Aqui intentare narraros todos mis viajes que ire hacendo para descubrir el mundo y todos sus encantos. Empece este tour mundial el año 2008 y aunque es un proyecto ambicioso me resulta muy plancentero. Autor:JoseReyesFecha creación:⭐ Puntos: 4.5 (2 Votos)
Este viaje tubo lugar en Septiembre del 2008, después de un verano entero trabajando me correspondían unas buenas y merecidas vacaciones. ¡Y menudas vacaciones! Acompañado de dos amigos más, Jordi y Toni, disfrutemos de unas de las mejores vacaciones que he tenido desde hacia mucho tiempo. Alomejor también me parecieron maravillosas porque era la primera vez que realizaba un viaje semejante: con dos amigos, en un lugar lejos de nuestras casas, donde ninguno de los tres habíamos estado antes y un poco a la aventura. En definitiva 10 días de vacaciones, antes de volver a la rutina de mis estudios, que dieron mucho de si y los disfrutemos al máximo.
El viaje empezó cuando nos encaminemos al aeropuerto de Girona con nuestra reserva de Ryanair en la mano y mucha ilusión por el viaje que teníamos por delante. Como es de esperar, cuando viajas con líneas de bajo coste, el aeropuerto de llegada no era, ni mucho menos, de los importantes, aterricemos en el aeropuerto de Maastricht (Holanda).
Maastricht, que es conocida por el famoso tratado que se firmo en ella (de gran importancia para la Unión Europea), es una tranquila y acogedora ciudad que realmente nos sorprendió. Creo que fue una maravillosa estancia para aclimatarnos a los Países Bajos, y más concretamente a Holanda y Bélgica. En las fotos que he colgado aparece la Helpoort, una de las puertas de entrada a la ciudad, atravesando sus murallas de las cuales todavía se conserva gran parte del enmurallado de esta. Esta es la mayor de sus atracciones turísticas, pero yo no dejaría de dar una vuelta por sus calles para mezclarse en su ambiente. Realmente, pensábamos que esta ciudad nos iba a dejar un poco indiferentes, por su poco atractivo turístico, pero fue una magnifica sorpresa, para los tres compañeros de viaje.
Era hora de cambiar de localidad y nuestro siguiente destino fue la capital Holanda, Ámsterdam. Es un lugar altamente turístico, sobretodo para gente joven atraídos por las fiestas y sustancias que en la mayoría de países están prohibidas (no hace falta poner ningún ejemplo, no?). La presencia turística se nota nada más llegar, y la verdad es que la visita a esta maravillosa ciudad es casi obligatoria para cualquier persona apasionada a los viajes, o no tan apasionada.
Si alguien me preguntara que es lo que le recomendaría visitar de esta ciudad, por ejemplo un monumento concreto, le diría que la ciudad en general es lo que llama la atención, no sería capaz de decir: esto es lo mejor de la Ámsterdam. Esto no es del todo cierto, es cierto que si que podría recomendar algunos sitio, como por ejemplo: la plaza Dam, un paseo por Voldenpark o una visita al museo de Van Gogh. Pero lo que más me llamó la atención es su gente y su estructura urbana (edificios esbeltos con techos a dos aguas, bastante puntiagudos, y sus calles alrededor de múltiples canales). Las fotos de arriba se corresponden (de izquierda a derecha) a Voldenpark, uno de sus canales y el ayuntamiento que se encuentra situado en la plaza Dam.
Una forma ideal para conocer la ciudad es hacerlo en bicicleta, dado que la ciudad esta muy bien preparada para circular con estas y los conductores respetan mucho a los ciclistas. En los países de la Benelux hay mucha tradición de bicicletas y, sobretodo al rededor de estaciones de trenes, existen enormes aglomeraciones de bicicletas estacionadas, de los usuarios de trenes. Atraídos por el método de desplazarse típicos, ya que solo hacíamos que ver gente en bicicleta por todas partes, nos decidimos a alquilar unas bicicletas para descubrir Ámsterdam. Fue muy placentero el recorrido por la ciudad, por todas sus calles y sus magníficos parques (pulmones de la ciudad), disfrutando de todo un día que dio para mucho y, la verdad, muy aprovechado, ya que visitemos la mayor parte de la ciudad.
Un lugar de ocio por excelencia, son los Cofee Shops, como el que vemos en la imagen de la izquierda (The Bulldog, uno de los mas famosos). Otros lugar de ocio muy famoso, en el ámbito de fútbol, que encontramos en la ciudad es el Amsterdam Arena, y como buenos aficionados al deporte rey no nos resistimos y fuimos a visitar el estadio del Ajax. Y la última foto se corresponde al barrio más famoso en toda Europa, el Barrio Rojo (lugar, también, de ocio, pero para gente que busca una clase de servicios algo especiales), que atrae a los turistas con sus luces de neon y sus chicas asomadas a las ventanas. En este viaje también hubo tiempo para buscar algún rato de ocio. Tampoco nos resistimos al encanto de la cerveza (de ambos países) e, incluso, nos dejemos caer en locales de música en vivo que dan mucha vitalidad a las noches.
Una visita que realicemos durante nuestro estancia en Ámsterdam fue a un pequeño pueblo muy turístico y que refleja la esencia de Holanda, Zaanse Schans. El viaje fue en tren desde la magnifica Estación Central de Ámsterdam hasta la estación de Koog-Zaandijk y de ahí al pueblo tuvimos que coger un ferry gratuito, que sale cada diez minutos. En el pueblo podemos encontrar lo más típico de todo el país: canales, las típicas casas (todas pintadas en colores verdosos), zuecos artesanales de madera, los quesos típicos del país y sus molinos. Tuvimos suerte y nos encontremos con una feria donde mostraban la fabricación artesana de zuecos de maderas y la gente iba con lo, también, tradicionales atuendos. Los molinos situados en sus orillas nos mostraron la forma en que en el país se le gana terreno al mar. Una visita que recomendaría a todo el mundo para descubrir mas profundamente las costumbres tradicionales.
Para desplazarnos mejor durante el resto de nuestro viaje nos decantemos por alquilar un coche, y así lo hicimos. Una vez con el coche alquilado, decidimos ir un poco más al norte de Ámsterdam directos Volendam. Hicimos una visita rápida a Volendam pero creo que vimos lo más destacable del lugar. El pueblo es tradicionalmente pesquero, y sigue la estética de los edificios del lugar (esta vez pintados con colores verdes y también azules). Lo que me pareció más destacable es realizar un paseo por el puerto, que en el rato que estuvimos fue bastante tranquilo (acorde con la tranquilidad de todo Volendam).
Delf, un pueblo (o ciudad, no estoy del todo seguro) que descubrimos gracias a la guia del país que usemos durante el viaje por Holanda, es un lugar muy bonito. Cuando salimos de Volendam y nos dirigíamos a Rotterdam decidimos parar en esta población que nos sorprendió por la belleza. La torre de la iglesia nos llamo la atención por la diferencia de colores que tiene y porque en otros tiempos era de los edificios más altos del país. Enfrente de la iglesia nos encontramos con el ayuntamiento, también bastante espectacular. Un paseo por el resto de la ciudad no puede faltar.
Después de dejar Delf, llegamos sin hacer más parada a Rotterdam, última parada en Holanda. Durante la Segunda Guerra Mundial sufrió bombardeos que dejaron la ciudad, casi totalmente, en ruinas. Es por ello que, actualmente, todos los edificios son de estética contemporánea, y la gran mayoría impresionantes. Nosotros no sabíamos mucho apreciar este tipo de edificios pero la verdad no nos dejaron indiferentes. Sobretodo nos sorprendieron, por su rareza, las famosas casas cubos.
Aquí acabo nuestras andadas por Holanda, aunque solo temporalmente, porque tendríamos que volver a Maastricht para tomar el vuelo de vuelta a Girona. Ahora nos enfrentaríamos a un nuevo país, Bélgica. En nuestro segundo país, de estas magnificas vacaciones, teníamos una ruta acordada, primero Brujas y, luego Bruselas. Solo teníamos dos días, uno por ciudad. Así que... allí fuimos.
La primera ciudad belga del viaje, como ya he dicho, fue Brujas. Unas de las ciudades europeas medievales más conocida por todo el mundo. Realmente, es una ciudad impresionante. Siguiendo la estética de las localidades de los países bajos, la ciudad enmurallada estaba rodeada por un canal y, también, encontramos dentro de la ciudad, por los cuales mucho turísticas aprovechan para realizar un paseo. Sus edificios más emblemáticos no faltaron en nuestra visita, igual que una parada en sus groferias que tienen toda su fama merecida.
La última parada del viaje fue la capital de Bélgica, Bruselas. Otra ciudad más en nuestro viaje.
Como no disponíamos de mucho tiempo fuimos directos al casco antiguo a visitar lo más turístico de la ciudad, dejando de lado algunas cosas que quedaban más periféricas. La Grand Place fue nuestro punto de partida y nos entretuvimos por sus alrededores y la propia plaza toda la mañana y parte de la tarde. Vimos curiosidades como Manneken Pis, entre otras. Por la tarde, con poco de tiempo por delante, fuimos a ver el Atomium y poco más, porque teníamos que volver al Maastricht para coger el avión bien temprano.
Aquí acabo de contaros mis vacaciones por estos dos países de la Benelux, y con ganas de realizar otro viaje por Luxemburgo para conocer los tres. Los dos países son magníficos y no dudaria en volver a visitiarlos, porque aún me dejo sitios muy interesantes por descubrir en ambos. Me he quedado con las ganas de ver los campos de tulipanes de Holanda y tendriamos que haber invertido más días en conocer mejor Bélgica, porque ahora lo veo como una simple pincelada al país. Estos errores, en un futuro, me gustaría solventarlos con otro viaje (como no).
Esta nueva etapa se corresponde a mi segundo viaje interesante, un viaje que me llevo por tierras escocesas que, sin duda alguna, son maravillosas. Este tuvo lugar el febrero del 2009, después de que acabara la época de exámenes de la universidad y antes de que retomara las clases. Fuero seis días en Escocia que aprovechemos al máximo recorriendo, con mi amigo Toni y mi primo Sergio, casi todo el país en nuestro coche de alquiler (después de tantas horas sentados en él ya lo considerábamos casi de nuestra propiedad). Un itinerario que no nos dejo indiferentes. El viaje fue atípico porque vimos otra Escocia que no es la habitual en cualquier guía o libro de viaje: en vez de ser las típicas colinas verdes eran blancas debido a la nieve que caía esos días en el país.
Después de acabar mi último examen, que cerraba el primer cuatrimestre, me plante en el aeropuerto de Girona preparado para salir hacia mi nuevo destino. Viajamos con la compañía Ryanair con destino el aeropuerto de Glasgow (Prestwick) situado en la costa oeste del país. Pero nuestra primera noche no estaba cerca del aeropuerto, sino que el hotel donde habíamos reservado se encontraba en la otra costa, en Edimburgo (la capital de este magnífico país que teníamos por delante para descubrir). La necesidad que teníamos por viajar rápidamente a Edimburgo desde el aeropuerto, para llegar a tiempo a hacer el check-in en el hotel, nos obligo a hacernos con un coche de alquiler en el mismo aeropuerto.
La capital de Escocia no defraudo nuestras expectativas. Su aspecto medieval nos impresiono, sobre todo cuando paseábamos por la Royal Mile, en la visita (obligatoria) al castillo y, también, la abundante y no de extrañar (por las fechas) nevada que caía aquel día. La nevada le daba al ambiente un aspecto algo tenebroso, algo que caracteriza a la ciudad desde siempre, pero esta se lo acentuaba más. A pesar de sus aspectos negativos, la aprovechemos al máximo como por ejemplo jugando con la nieve en lo alto de Calton Hill, cosa que nos hizo pasar una tarde estupenda. Cuando nos dirigíamos paseando hacia el Calton Hill nos encontremos con un cementerio en el que me sorprendió encontrarme con la tumba de David Hume, porque nunca lo había relacionado con Edimburgo (aunque después me documente y, sí, era escocés).
Nuestra siguiente parada en el viaje fue la ciudad de St. Andrews, una ciudad con un gran afluente de estudiantes que acuden a su reconocida universidad. Las vistas de su costa son preciosas, sobre todo por los encantos de sus monumentos ya en ruinas. La catedral, de la cual se conserva muy poco, y su cementerio, situado alrededor de esta, dan una panorámica preciosa. También, dispone de un castillo que se conserva en un estado parecido al de la catedral, situados en la costa ambos. Las playas estaban repletas de tierra erosionadas. Aunque a la ciudad se le considera la cuna del golf, con multitud de campos para practicarlo, no pudimos observarlos porque todo St. Andrews estaba cubierta por una capa de nieve que no nos dejó ver el verde césped.
Dejando atrás la población de St. Andrews, nos dirigimos hacia el norte dirección a las Highlands para descubrir el mítico Lago Ness (Loch Ness en inglés) y, entre otras muchas cosas, Inverness, la capital de este territorio. El camino fue muchísimo más duro de lo que esperábamos, el GPS nos desvió por unas carreteras secundarias que con las nevadas habían quedado bastante inaccesibles, con una profundidad de hasta un metro en algunos sitios que quedaba reflejada en las cunetas. Incluso nos llevó por un puerto de montaña que daba a una estación de esquí. Seguramente ese sería el camino más corto, pero en una estación que no fuera invierno, y, si no hubiera nieve por todas partes, unos parajes preciosos repletos de verde por todas partes.
Pero antes de adentrarnos en ese dificultoso viaje en el coche por caminos nevados (que no dejaban de asombrarnos por su espectacularidad) nuestro itinerario se desvió en dirección al castillo de Glamis (Glamis Castel). La sorpresa no vino por su belleza o majestuosidad, sino que fue porque no pudimos llevar a cabo esa visita. El castillo se encontraba cerrado al público y nos quedemos con las ganas de poder verlo, porque nos habían dado buenas referencias y habíamos visto fotos que nos daban la sensación que valía la pena acercarse a Glamis. A pesar de nuestra desilusión, no nos rendimos y nos dirigimos a visitar otro castillo del que también teníamos recomendaciones y nos pareció una buena alternativa. El castillo que elegimos como alternativa fue el de Dunnottar Castle, situado en un peñón cerca de la ciudad de Stonehaven. Para acceder a él se tiene que caminar unos tres quilómetros por un camino (que en nuestro caso tenia placas de hielo y nieve) que transcurre entre campos de cultivo. Tampoco pudimos acceder a su interior pero las vistas desde fuera de ya fueron más que suficiente para quedarnos satisfechos.
Nuestra primera visita en la parte norte del país fue la vista obligada al Lago Ness, un lugar emblemático de Escocia conocido alrededor del mundo. La verdad es que me impresionó bastante. Hicimos una noche en un hotel que estaba en las orillas del lago y despertarnos y hacer el desayuno con vistas al lugar fue memorable. Estábamos dispuestos a hacer algo que nadie nunca había hecho antes, encontrar al monstruo que se dice que vive dentro del lago. Y para ello nos subimos a un barco que hacia rutas por el lago, el cual llevaba un sonar incorporado para ayudarnos con la imposible tarea de encontrar a Nessie (el famoso monstruo). La ruta nos llevó a visitar un castillo, en ruinas, que se encuentra en sus orillas, el Castillo de Urquhart. Al acabar la ruta y después de haber hecho el recorrido, más tarde, hacia Fort Williams, puedo asegurar que encontrar a Nessie es un trabaja muy difícil por lo grande (hay que recordad que casi llega de punta a punta de Escocia) y lo profundo que es, según lo que contemplemos en el sonar del barco.
La capital de Highlands, Inverness, no dispone de muchas atracciones turísticas aunque no por eso deja de ser encantadora. Yo me quedo, de esta ciudad, con la gente por el buen trato que nos dieron y lo simpático que fueron con nosotros. El rio Ness (si también hay un rio con este nombre) cruza la ciudad y le da una imagen muy bonita a esta. El castillo de esta ciudad se encuentra en una colina situada en una de las orillas del rio. Aunque es de estética más moderna que los ya visitados (Edimburgo, Glamis y Dunnottar) es bastante recomendable, si pasas por la zona, pararse y observarlo desde la orilla contraria del rio.
Dediquemos toda una tarde a la ciudad de Fort Williams y sus alrededores, que se encuentra en la punta contraria del Lago Ness respecto a Inverness. Es un buen sitio para utilizar como campamento base para recorrer las Highlands, por su situación y comunicación por carretera. Como ciudad es bastante tranquila y sencilla. La verdad es que lo que más llama la atención es son sus afueras, y creo que las vistas desde el coche por la carretera que iba paralela al lago dirección a Fort Williams lo dejo muy claro. En las afueras visitamos las ruinas de una pequeña fortaleza situada al borde del lago, que sinceramente no era gran cosa. Lo que si que recomendaríamos con los ojos es una excursión por Ben Nevis, la montaña más alta de todo el país. Nosotros, como venía siendo común en todo el viaje, no pudimos disfrutar de esta magnífica experiencia por culpa de la climatología. A pesar de no poder hacer el ascenso disfrutemos de la panorámica, también impresionante, que deja la montaña desde su valle
Dediquemos otro de nuestros días de viaje, que ya solo nos quedaba ese y otro más para volver al aeropuerto de donde habíamos iniciado el viaje, en recorrer la Isla Skye situada en la costa oeste de Escocia. La verdad es que la vista es muy gratificante. Se trata de una ruta que nos mostro la parte más rustica del país, con carreteras que dejaban mucho por desear y una gran cantidad de ganado pasturando por la zona. Antes de acceder a la isla, por el único puente que existe, hay un castillo a unos pocos quilómetros que es una de las estampas más fotografiada y, ciertamente, se merece esa fama porque es muy bonito, Eilean Donan Castle. Ya en la isla, dimos la vuelta completa visitando: desde sus paisajes montañosos, su castillo o sus acantilados de la parte norte de esta. La verdad es que es de lo mejorcito de todo el viaje y no cabe en mi imaginación, después de haberla visitado, un viaje por Escocia sin pasar por esta región.
El último día de viaje empezó cerca de Fort Williams y nuestro destino era el aeropuerto de Glasgow (Prestwick), como ya había comentado. Nuestra ruta tenía como paradas las montañas denominadas “Las tres hermanas” y el Lago Lomond. Encontremos a las tres hermanas rodeadas de una intensa niebla, pero a pesar de eso… unas vistas espectaculares. Lomond es, aparte del lago, una reserva natural que por las prisas dejemos de visitar en profundidad y lo dejemos en tan solo en un par de paradas en sus orillas. Como punto y final al viaje, atravesamos por la gran urbe de Glasgow y para nuestra sorpresa (cuando pensábamos que no veríamos nada de interés porque pasábamos por las afueras) nos topemos con el estadio de futbol del Glasgow Rangers, y como aficionados al deporte rey nos vimos en la obligación de parar a hacernos algunas fotos.
Solo quería dejar constancia, para finalizar, de algunas de las poblaciones por donde paremos. La fotografía de la izquierda se corresponde a la ciudad de Dundee, donde pasemos una noche, hecha desde el coche en el puente más largo del país. La fotografía del centro es de Fort August un pequeño pueblo de paso entre Inverness y Fort Williams situado en el Lago Ness donde paremos a comer un haggis, un pastel de carne muy típico del país. Y la de la derecha se corresponde a las casas del puerto de Portree, ciudad más importante de Skye, donde estuvimos comiendo en un Fish&Chips y nos llamo la atención estas casas pintadas de distintos colores para que se vieran desde el mar.
Una vez concluido mi relato sobre mi visita en Escocia, solo me queda decir que ha sido apasionante y no dudaría en repetir como destino. Eso sí, he llegado a una conclusión: en mis siguientes viajes a países que estén situados bastante al norte, tendré que evitar meses en que pueda caer nevadas o hacer mucho frio. Me he quedado con las ganas de ver los mismos paisajes repletos de abundante verde por todas partes, aunque tampoco cambiaria los paisaje nevados que nos han acompañado todo los días.
Ahí va otro de mis viajes, esta vez en París. Capital de Francia y, también, conocida como la ciudad del amor, Paris es una ciudad magnífica que me agrado muchísimo, a pesar de los pocos días que le dedique. El objetivo del viaje no era en principio visitar la ciudad o sus alrededores, sino que era disfrutar del país de la fantasía, Disneyland Resort Paris, con mis primos pequeños. Aunque ninguno de nosotros queríamos dejar escapar la oportunidad de visitar la ciudad, aunque sea por encima.
El viaje transcurrió a finales del mes de mayo del 2009. Aunque me pillo en una época difícil para mí, se acercaban los exámenes de la universidad y suponía perderme la final de la Champions (como veréis en algunas fotos llevaba la camiseta del Barça para apoyarlos en la distancia el día de la final y para celebrarlo su victoria posteriormente), no dude ni un minuto en decir que me apuntaba cuando me lo comento mi tía. Mis tíos habían pensado ir al parque de atracciones con mis primos y pasar unos días por Paris y nos lo comento a mi primo Sergio (el que me acompaño a Escocia) y a mí si queríamos ir con ellos ya que tenían plazas libres en el coche (una furgoneta 7 plazas). Como podréis imaginar el viaje en coche fue algo duro pero mereció la pena. Nuestro campamento base era un bungaló en un camping cercano al parque de atracciones, sin pertenecía al parque, que era bastante asequible, estaba bien equipado y totalmente recomendable si buscas un viaje low cost.
Hicimos casi todo el viaje de noche, ya que salimos de Barcelona por la tarde, y tras recomponernos por la mañana en nuestro bungaló y comer algo decidimos aprovechar la tarde recorriendo la ciudad. Aunque parezca una locura, fuimos en coche a la capital y la verdad es que resultó bastante económico dejar el coche en el parking de un céntrico centro comercial (del que no recuerdo ahora el nombre) cerca de las islas del Sena.
La tarde dio para visitar muchas cosas: la iglesia de St-Eustache, el museo de arte contemporáneo de Centre Pompidou (aunque no entremos en su interior vimos una muestra que había en sus alrededores), el Hôtel de Ville, las dos islas del Sena (con su atracción principal, Notre Dame) y la Torre Eiffel. La verdad es que la tarde dio para mucho y me dejo muy buena imagen de la ciudad, una imagen que cumplía con las expectativas que yo ya me había hecho de antemano de la ciudad, destacando el encanto de todos sus monumentos y edificios emblemáticos. De el recorrido que realicemos, sobretodo, me quedaría con las islas que se encuentran en el rio, donde está situada la catedral de Notre Dame de estilo gótico y otros edificios de importancia de Paris, dado que me impresionaron mucho, aunque tampoco se queda atrás la multitudinaria visita, obligatoria si pasas por la metrópolis, a su famosísimo monumento que representaba la principal atracción de la exposición universal de 1889 (les dio mucha pereza a los operarios volver a desmontarla y la dejaron ahí), la Torre Eiffel.
Como ya os he comentado, el viaje lo realizamos con el objetivo de disfrutar de la magia del país de la fantasía por excelencia, al menos en Europa. En el parque de atracciones nos lo pasamos muy bien disfrutando como niños con los personajes de la infancia, como mínimo de la mía, y de sus atracciones, aunque claramente estas están encaradas hacia el público infantil y de atracciones fuertes no hay muchas (que a mí me encantan). Dediquemos dos días a Disneyland, uno a cada parque (el clásico de los dibujos Disney y los estudios), y si os gustan los parques de atracciones o tenéis hijos pequeños os lo recomendaría, mi prima pequeña fue la que se lo paso mejor con diferencia.
Después de los dos días de ocio en Disneyland, seguimos con más ocio (estábamos de vacaciones, ¿no?) pero esta vez en de vuelta en la maravillosa capital francesa. El plan para del día era ir desde los alrededores del museo del Louvre hasta el Arco del Triunfo caminando parando para comer, un bocadillo previamente hecho por nosotros en nuestro campamento base, en el magnífico parque de las Tullerias, y así lo llevemos a cabo. El día salió de fabulas. Me encantó el ambiente bohemio que encontré en las Tullerias, la gente pasaba la tarde leyendo o simplemente descansando tomando en las butacas el solecito al lado de una fuente. Antes de llegar al transcurrido Arco del Triunfo pasamos por la Plaza de la Concordia, donde guillotinaron a los últimos reyes de Francia y se encuentra el obelisco, y los Campos Elíseos, la avenida donde se encuentran las tiendas más famosas y algo caras de la ciudad y el punto y final en cada edición del Tour le France. En conclusión, creo que acertemos con la ruta para ver lo más significativo de Paris y, aunque me queda mucho por ver, quede muy satisfecho con la visita, no dudaría en volver ni tan solo un segundo.
El último día, antes retomar de nuevo nuestra vida cotidiana dejando atrás Francia y su capital, decidimos desviarnos de la ruta para hacer un alto en un punto de interés de la región parisina. La parada era en el palacio de Versalles. Así que, con el coche cargado con nuestras maletas, algo para comer y los recuerdos o suvenires que habíamos comprado, nos plantemos en el ostentoso palacio preparados para hacer una visita (algo rápida) y salir directamente desde allí dirección Barcelona.
Solo llegar y descubrir la majestuosidad del lugar me quedé impresionado, fue amor a primera vista. Por culpa de una cola interminable y la falta de tiempo no pudimos ver el palacio por dentro, es decir, que me quede con unas ganas locas de poder ver las lujosas estancias que llevaron a la ruina y, por consecuencia, a la guillotina a la familia real francesa. Los jardines compensaron la vista frustrada al interior, ya que la gran extensión que ocupan los jardines está repleta de rincones preciosos y muestras de un gran lujo. De Versalles me llevo un bonito recuerdo y, sin ninguna duda, fue la mejor forma de acabar nuestro viaje, así que, si pasáis por la ciudad o por las cercanías no dudéis en pasaros a verlo.
Francia es país muy grande con multitud de lugares de interés y aun me quedan muchos sitios a los que quiero ir, y seguramente iré, como por ejemplo la costa azul o las regiones Bretaña y Normandía, Paris solo ha sido el punto de partida para descubrir el país. En un futuro próximo, un fin de semana, mi intención es acercarme al País Cátaro, es decir la región fronteriza con Cataluña con su mayor representante, Carcassone . Ya os hare participes de mis aventuras en Francia en futuras etapas.
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