Albania- Montañas, playas y ojos azules ✏️ Blogs de Europa Oriental

¡Comenzamos el viaje!

DÍA 1
Salimos de Madrid para llegar a nuestra primera escala: Ginebra (Suiza).

Teníamos 5h y media de espera hasta nuestro próximo vuelo, así que no lo dudamos y cogimos un tren desde el aeropuerto que nos dejaba en el centro de la ciudad. Nos costó unos 10€ y llegamos en 10min, así que nos dio tiempo a caminar un poco por la ciudad, cruzar el Mont Blanc Bridge, visitar la Catedral de San Pedro y en general perdernos un poco por sus calles. Hicimos todo esto con las mochilas a cuestas, lo que no fue tan mal, pero si queréis ir más ligeros, hay taquillas en el aeropuerto para dejarlas y así poder caminar por las desniveladas calles de la capital suiza con menos peso.


Después de unas 2-3 horas, regresamos al aeropuerto con el mismo tren con el que habíamos ido a la ciudad. Esta parada, aunque breve, nos dio ganas de quedarnos y explorar el país, pero esta vez teníamos otro destino en mente. Suiza queda en nuestra lista de viajes porque, pese a ser un país caro a nuestro parecer, también es muy bonito, limpio y lleno de naturaleza que descubrir.

A las 17:00 estábamos ya en el avión con destino a Skopje (Macedonia del Norte). Aunque nuestro viaje se centraba sobre todo en Albania, elegimos llegar primero a la capital macedonia porque nos salía bastante más barato. Así, además, podíamos ver un poco del país, aunque por un muy breve período de tiempo.

Llegamos a Skopje a las 19:35 y conseguimos subirnos al último bus que había. Era considerablemente más barato que un taxi y nos dejaron pagar en euros porque todavía no habíamos tenido tiempo para cambiar a la moneda local, dinar macedonio. El bus nos dejó en la estación de autobuses de la ciudad, que no está especialmente céntrica, pero tampoco muy alejada.

Allí aprovechamos para comprobar los horarios del bus a Prizren (Kosovo) que pensábamos coger al día siguiente. Habíamos consultado muchas páginas web antes de ir, pero no quedaba claro si esa ruta tenía el horario que habíamos visto y como íbamos algo justas de tiempo, queríamos comprobarlo. Al final confirmamos que nuestra información era correcta.

Fuimos dando un paseo desde la estación hasta el centro de la ciudad. Era de noche ya y estaba todo bastante tranquilo.

Paseamos junto al río Vardar que cruza la ciudad. Ambos lados del río estaban coronados por una gran multitud de estatuas en hilera, que también se podían ver sobre los numerosos puentes que conectaban los dos lados. En ese momento entendimos por qué llamaban a Skopje la ciudad de las estatuas, todas ellas pertenecientes a personas destacadas de la historia del país.

Dejamos nuestras cosas en el Hostel Mickitos y decidimos dar una vuelta, aunque fue breve porque estaba todo prácticamente cerrado. Nos sentamos en uno de los pocos sitios abiertos de la zona para cenar algo y nos fuimos a descansar para recuperar fuerzas para el día siguiente.

El hostel estaba bien. Estaba mayoritariamente limpio y era bastante tranquilo. Tenía una larga terraza que conectaba todas las habitaciones y desde donde se podía cenar o desayunar con tranquilidad mientras veías un poco de la ciudad, aunque las vistas eran limitadas.

DÍA 2
Nos esperaba un día completo y queríamos ver todo lo posible de la ciudad antes de coger nuestro autobús a Kosovo, así que madrugamos, desayunamos en el hostal con cosas que llevábamos (no había desayuno incluido) y nos pusimos en marcha.

Paseamos por la zona del hotel, que se trataba de una medina amplia y con tiendas mucho más ordenadas y grandes que las medinas de otras ciudades. Todo tenía un color diferente a la noche anterior cuando lo habíamos visto cerrado. Se respiraba tranquilidad, pero también el ajetreo de las primeras horas del día. Comimos algo de burek en un puesto callejero y seguimos paseando.

Caminamos junto al río como la noche anterior para ver con más detenimiento los puentes y las estatuas, ya que eran algo llamativas y vimos la Plaza Macedonia, con la gigantesca estatua de Alexander III de Macedonia, o Alejandro Magno, la casa de la Madre Teresa de Calcuta (de origen macedonio), y nos perdimos un poco por sus calles. Visitamos también el Castillo de Skopje que, aunque hay que dar un poco de vuelta y subir algunas cuestas, mereció la pena por las vistas de la ciudad y las múltiples ruinas que se podían explorar (nos encantan las ruinas y las edificaciones de este estilo).

Luego fuimos a lo que sin duda fue para mi una de las mejores paradas de la ciudad: el Daut Pasha Hamam.

Dentro de un edificio histórico como es este Hamam, se encuentra la National Gallery de Macedonia. No es un edificio muy grande ni tiene tampoco un gran número de obras, pero la arquitectura en sí ya es una obra de arte. Además, (mi parte favorita), en una de las salas del hamam nos encontramos con que había un piano de cola colocado en un extremo. Después de ver todas las obras (por si acaso), no me pude resistir a tocar una canción bajo las cúpulas abovedadas de los baños árabes que tenían una acústica increíble. Pude tocar durante unos minutos hasta que el guardia de la entrada vino a pedirme que dejara el piano (en mi defensa quiero decir que comprobé que no hubiera ningún cartel de no tocar, y no había, así que entendí que estaba ahí para poder usarse) (También quiero aclarar que llevo tocando el piano desde hace más de 20 años, o sea que siempre lo hago desde el máximo respeto al instrumento, que estaba en nuevísimas condiciones).

Pese a todo, terminamos la visita muy contentas porque ahora puedo decir que he tocado "Tres Tristes Tigres" del Mägo de Oz a piano dentro de un hamam, cosa que muy poca gente puede decir xD


Continuamos paseando y cogimos algo de comer de camino a la estación de autobuses, donde cogimos el bus de las 16:00 en dirección a Prizren (Kosovo). El viaje duró apenas 2h y media. Paramos solo en la frontera, donde comprobaron nuestros pasaportes y ¡nos los sellaron al entrar en Kosovo1 (nos encantan los sellos en los pasaportes xD).

Elegimos ir a Prizren y no a Pristina, la capital del país, porque habíamos visto muchas reviews de que la capital no merecía tanto la pena. La describían como muy sobria y bastante poco agraciada, así que fuimos a lo que sería la segunda ciudad más grande del país, y la más bonita. Solo estuvimos allí la tarde en la que llegamos, pero el centro era efectivamente muy bonito. Un estrecho río cruzaba las calles empedradas y con las luces de las farolas por la noche y el sonido de las mezquitas de fondo, la ciudad tenía un encanto especial.

Paseamos todo lo que pudimos y subimos hasta la Iglesia Ortodoxa Sveti Spas, desde donde teníamos una vista privilegiada de la ciudad nocturna. Visitamos también varias mezquitas, entre ellas la Bajrakli Mosque, donde el imán no solo nos dejó entrar pese a que estaba cerrando ya para irse a casa, sino que también tuvo la amabilidad de enseñárnosla él y tuvimos una conversación sobre espiritualidad y religión muy interesante.

Luego nos fuimos a descansar, porque al día siguiente tocaba madrugar para coger un autobús, ahora sí, con destino a Albania.

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Continuamos el viaje, ahora sí, llegando a nuestro país destinado para este viaje: Albania.

Llegamos a la decisión de ir a Albania de forma algo aleatoria. Buscábamos un destino para hacer un viaje de varias semanas y estuvimos valorando varias opciones hasta que mi compañera de viaje dijo "¿Y si nos vamos a Albania?". Creo que tardamos unos 3 minutos desde que lo dijo hasta finalmente decidir que este sería nuestro viaje. Es verdad que a veces no hay que fiarse de las apariencias de las cosas tal y como te las presentan por internet o redes sociales, pero el atractivo natural del país nos llamaba mucho la atención. También lo económico que parecía ser. Era una combinación perfecta con el estilo de viaje que buscábamos, así que no lo dudamos más.

Por mi parte, nunca había hecho un viaje así, de mochila, haciendo dedo (spoiler alert!) y yendo un poco a la aventura tan solo con un planteamiento de viaje como referencia que si se cumple, bien, y si no, también. Pero tengo que decir, que este viaje me cambió la forma de moverme por el mundo y solo puedo agradecerle a mi compi que ayudara a dar este paso (también me introdujo a este foro, así que doble agradecimiento jajaja).

Volviendo al viaje que tenemos entre manos...

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DÍA 3
Madrugamos en Prizren (Kosovo) para encontrar una ciudad muy tranquila y todavía dormida. Por suerte encontramos un sitio para desayunar que habría muy pronto y nos pusimos en camino a la estación de autobuses (a patita, claro). Allí cogimos un autobús a las 8:00 con destino a Shköder (pronunciado Shkodra), Albania.

Llegamos a nuestro destino a las 12:00, después de haber aprovechado para dormir un poco más y haber parado en las aduanas para el control de pasaportes (esta vez sin sello ). Estábamos todavía medio dormidas cuando el bus paró en lo que parecía ser el medio de una autovía, a los pies del Castillo de Shköder. Nos quedamos algo confundidas porque no veíamos que estuviéramos en la ciudad, pero el conductor nos insistió de que allí era la parada. Dentro del autobús solo quedaban 4 o 5 personas más que continuaban el viaje a Tirana (la capital), por lo que luego más tranquilamente llegamos a la conclusión de que se quisieron ahorrar entrar hasta la ciudad (que todavía quedaba a unos 10 min en coche), y se aprovecharon de que éramos extranjeras.

Bueno, nosotras nos bajamos con nuestras mochilas, para mala suerte de que mi compañera se dejó las gafas de sol en el bus, con las prisas.

Nos pusimos en marcha con intención de ir al centro y algo enfadadas por la estafa del bus cuando justo un coche muy pequeño paró junto a la acera y nos ofrecieron llevarnos al centro. El conductor era local, pero había un par de viajeros extranjeros ya dentro. Entramos como pudimos, apretados con las mochilas, pero resultó ser gente muy maja. Nos dejaron en el centro y nos pidieron algo de dinero por llevarnos. Todavía no habíamos cambiado a moneda local y así se lo hicimos saber, lo que al conductor no le hizo mucha gracia. La realidad era que acabábamos de llegar al país y no habíamos ni visto un cajero. Por suerte, uno de los otros viajeros, más que generoso, se ofreció a darle algo por nuestra parte.

Caminamos hasta The Wanderer's Hostel donde nos alojábamos esa noche. Allí mismo alquilamos unas bicis que nos costaron 5€ para utilizarlas durante todo el día y nos pusimos en marcha con la primera misión en la ciudad: buscar ópticas para ver si encontrábamos unas gafas de sol de clip para mi amiga. Encontramos varias, pero ninguna encajaba correctamente con sus gafas, ya que eran a medida.

Desistimos en el empeño y decidimos explorar la ciudad. A todo esto, quiero comentar que no tengo por costumbre circular en bici por ciudades, y las rotondas de Shköder son bastante caóticas, así que hay que tener cuidado, pero sobre todo pasar con decisión jajaj

Llegamos en bici hasta el Castillo de Shköder (junto al lugar donde nos había dejado el bus) y entramos para verlo antes de que cerraran, ya que allí todo cerraba relativamente pronto (sobre las 17:00). Vimos todas las ruinas, hicimos un montón de fotos y disfrutamos no solo de las vistas de la ciudad, sino de todo el cambio, ríos y montañas de alrededor que se veían desde lo alto del castillo.


Continuamos hacia el lago Skadar. Nos habían dicho en el hostal que era una ruta bonita de hacer en bici y no se equivocaban. La carretera va bordeando el lago y tiene pocos desniveles, así que es muy cómoda de hacer. Continuamos el recorrido parando de vez en cuando para hacer alguna foto y para darnos un chapuzón, hasta llegar al pueblo de Pješačac, el último pueblo antes de la frontera con Monte Negro. Nos tentó la idea de llegar y cruzar la frontera para poder decir que habíamos estado en 6 países en menos de 72 horas, pero se nos acababa la luz y todavía teníamos que hacer todo el camino de vuelta.


Ya de vuelta en la ciudad, visitamos alguna mezquita y dimos algunas vueltas antes de regresar al hostal. Al día siguiente teníamos pensado salir para Valbonë, para la ruta de montaña Valbonë-Theth, así que teníamos que descansar bien.

Una vez en el hostal, cenamos y revisamos el plan del día siguiente. ¡Y menos mal que lo hicimos!

IMPORTANTE PARA LA RUTA VALBONË-THETH -> Comprobad muy bien el tiempo que os va a hacer
Cuando revisamos el clima que íbamos a tener, descubrimos que había previsión de tormenta eléctira para dos días después. El problema estaba en que la ruta de Valbonë dura dos días:

1. Viajando en autobús, ferry y otro autobús hasta el alojamiento de Valbonë,
y 2. Haciendo la ruta y cruzando las montañas hasta llegar a Theth.

Según calculamos, la tormenta nos pillaría en nuestro segundo día de ruta, es decir, en plena montaña. Visto esto, lo descartamos inmediatamente, (sobre todo siendo tormenta eléctrica). Hablamos con el hostel para cambiar la reserva del autobús que teníamos al día siguiente y para ver qué otras opciones teníamos.

Si posponíamos el viaje hasta después de la tormenta, tendríamos que renunciar a alguna de las ciudades que pensábamos ver después y suponía quedarnos por la zona más tiempo, cosa que no estaba mal, pero tampoco había mucho más que hacer por la zona del norte.

Entonces surgió la solución: Hacer la ruta Theth-Valbonë.
Parece que esto solucionaba poco, pero no. En vez de viajar el primer día a Valbonë (un viaje largo que por eso llevaba todo un día), viajaríamos a Theth y comenzaríamos la ruta nada más llegar, sin detenernos. Así, la tormenta nos pillaría el segundo día, ya en Valbonë, pasadas las montañas, cuando solo teníamos que viajar en bus-ferry-bus para volver a Shköder.

Una vez replanteado todo, nos fuimos a descansar porque, aunque planeada, no sabíamos la ruta que nos esperaba al día siguiente.

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DÍA 4
Después de cambiar los planes la noche anterior, nos fuimos a descansar. El autobús a Theth salía un poco después que el de Valbonë, pero seguíamos teniendo que estar listas a las 7:30 para salir.

Hay que añadir que el hostel donde nos quedamos, The Wanderer's Hostel, era muy cómodo y con un patio super bonito para comer y socializar. Además, la gente del hostel era muy amable y nos ayudaron un montón con las gestiones de la ruta. Nos dejaron también dejar nuestras mochilas grandes allí, guardadas en un pequeño almacén junto a decenas de mochilas de todos los que nos íbamos de ruta esos días.

Ya más ligeras de equipaje, con una pequeña mochila con muda, abrigo, comida y agua, desayunamos en el hostel para coger fuerzas.

El bus salió puntual y nos pusimos en marcha. Eran apenas 2 horas de distancia en las que poco a poco el paisaje fue cambiando. Pasamos de la ciudad al campo, y del campo a las montañas. La carretera comenzó a ascender y a curvarse conforme nos empezaron a rodear una increíble cantidad de montañas a cada cual más grande.

Hicimos una breve parada a medio camino en Buni i Bajraktarit para desayunar, ir al baño y sobre todo para disfrutar de las vistas.


Tras un rato más de carretera, llegamos a Theth.

Una cosa que nos pareció curiosa es que el autobús va parando en los hostales conforme se acerca al pueblo de Theth (formado principalmente por hostales y alojamientos pequeños). En este caso, nosotras no habíamos modificado nuestro alojamiento y seguíamos con el plan de dormir esa noche directamente en Valbonë, por lo que esperamos hasta la última parada, que es la parte más céntrica de la zona y desde donde se comienza la ruta. Pero para aquellos que van con intención de pasar varios días en Theth para hacer las diferentes rutas que hay por la zona (la ruta de la cascada o la ruta del Blue Eye, por ejemplo), es bastante cómodo.

Una vez llegamos, no lo pensamos más. ¡Comienza la ruta!

El plan y los ajustes que le hicimos para sortear la tormenta y hacer la ruta sin problemas eran buenos. Ahora bien, existe un motivo por el que la ruta normalmente es Valbonë-Theth y no tanto al revés (aunque se puede).

Aquí podéis ver un gráfico de la ruta (y lo entenderéis mejor):
Peaks of the Balkans

Es mucho más difícil hacer esta ruta en dirección Theth-Valbonë que al contrario.
(De esto nos dimos cuenta en el autobús mientras llegábamos a nuestro destino. Una bonita sorpresa xD).

La ruta en total son 14km, lo cual puede parecer muy poquita cosa, pero desde Theth, los primeros 6.5km hay que subir una pendiente de más de 1000m hasta llegar al Valbonë Pass, la cima. El resto del camino luego es en bajada, aunque también resulta cansado.

Desde Valbonë, te enfrentas a una subida de 7.5km con una pendiente de 750m que afrontar, lo cual en teoría se lleva mejor. Por eso esta es la ruta normal.

Nosotras, que muy alegremente pensábamos que esta ruta era más senderismo que montañismo, nos encontramos con que desde el principio la ladera de la montaña no hacía más que empinarse cada vez más. Por suerte llevábamos buen calzado en previsión de esta ruta, pero esto no la hizo menos complicada.

LO IMPORTANTE: Se puede hacer.
Nosotras no estábamos en una gran forma física ni solemos hacer rutas de montaña y pudimos, así que no hay que echarse atrás por esto. Además, por el camino te cruzas con gente que hace la ruta en dirección contraria y con gente que hace la ruta en tu misma dirección. Como habíamos salido sobre las 10h-10:30 (hora a la que habíamos llegado a Theth en el autobús), vimos más gente en su descenso que ascendiendo con nosotras. De normal, se duerme en Theth y se sale a primera hora del día para evitar el calor.

Conforme ascendíamos, cruzábamos primero bosques empinados que más adelante se abrían en pequeños prados bañados por el sol donde algunos excursionistas se paraban a descansar o comer algo. Una parada obligatoria es a unos 1400m de altitud, sobre el 4.5km de ascenso, donde hay una caseta con agua y comida que viene muy bien para descansar y reponer fuerzas. Además, hay unas vistas espectaculares desde allí.


Luego continuamos la marcha hasta la cima del Quafa e Valbonës, la cima de 1795m de altitud. El camino final alternaba entre praderas y ladera ya más rocosa de la montaña, que se estrechaba en algunos tramos con despeñaderos interesantes que nos hacían tener cuidado de dónde poner el pie siempre. Cuando llegamos a la cima no nos lo creíamos.

Cuando llegas hay una pequeña señal que marca la altitud e indica por dónde continúa el camino de descenso. Para llegar a la cima, desde ahí, tienes que subir un pequeño tramo, insignificante en comparación a toda la subida anterior. Subimos hasta allí y cruzamos un pequeño paso rocoso hasta la cima misma. Las vistas desde allí, no tienen precio. Desde la cima se puede ver todo el valle de Valbonë que se extiende hacia abajo, protegido por montañas y riscos a su alrededor.


Allí arriba también hicimos un nuevo amigo, un perrito muy simpático que parecía haber hecho de aquella cima su hogar.


Después de comer algo, beber agua y descansar un poco, comenzamos el descenso.

Este fue más solitario que el ascenso porque en las primeras horas de la tarde ya nadie se cruzaba que estuviera haciendo la ruta contraria a nosotras y muchos de los que hacían la misma estaban llegando ya a Valbonë o descansando ya allí. Sin embargo, esto no le quitó belleza al paisaje. Descendimos por caminos muy rocosos junto a la ladera de la montaña, entre bosques con una gran cantidad de raíces y por cuencas de ríos secos y empedrados mientras llegábamos al valle.

Pasamos también junto a varias casas abandonas y de pastores de ovejas.

Tardamos un poco, pero por fin terminamos el último tramo del río, que en invierno está lleno de agua), y llegamos a suelo asfaltado. Normalmente para esta ruta puedes hablar con tu hostel para pedir que te recojan al final del sendero, ya que Valbonë se extiende por unos cuantos kilómetros más donde están todos los hoteles, hostels y guesthouses diseminados. El nuestro estaba a más de 3km del sendero; sin embargo, para cuando llegamos no vimos necesidad de avisar al dueño y decidimos continuar y hacer ese último tramo también caminando. Total, qué son unos kilómetros más en llano.

El valle era más que bonito. Todo era verde y el aire era limpio y fresco. Se agradecía también no ir pisando rocas, así que en nada llegamos al hostel, donde dejamos todo, nos dimos una ducha y salimos a comer a afuera, donde habían unas mesas sobre el verde.

Después de esa ruta, no había nada mejor que sentir la hierba fresca bajo los pies descalzos.

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DÍA 5
Dormimos con el viento entre las montañas como único sonido de fondo y nos despertamos pronto para desayunar, que estaba incluido. El dueño nos preparó el desayuno al momento y estaba muy rico. Hablamos con él para el traslado en autobús hasta el ferry que teníamos que coger ese día y, como hasta las 10h no pasaba, decidimos subir a la habitación y tumbarnos un rato más.

Hasta entonces, el único indicio de tormenta era el viento, que arreciaba con fuerza, pero mientras descansábamos, empezó a llover con bastante fuerza. Los truenos retumbaban sobre el valle y en ese momento agradecimos haber cambiado de planes y haber podido hacer la ruta con buen tiempo.

Como no cabíamos todos en el autobús, el dueño del hostel nos llevó a cuatro de los que nos alojábamos en su coche hasta la estación del ferry en Lumi i Shalës. Esta resultó ser una pequeña cabaña con un bar-café donde nos resguardamos a esperar. Por aquel entonces llovía, pero no tanto como antes.

Compramos el billete de ferry allí mismo y tuvimos suerte porque en seguida nos llamaron a todos a subir a unas pequeñas barcas que, en teoría, nos llevarían hasta el ferry donde haríamos toda la travesía por el lago Komani hasta Diga e Komanit. Sin embargo, nunca llegamos a los ferrys. Los vimos atracados en la rivera del río al poco de empezar a navegar y no volvimos a ver ningún otro.

En cada barco/bote íbamos unas 35-40 personas y el agua llegaba casi a los laterales. Todos íbamos con chubasqueros, que al poco quedaron empapados bajo la lluvia (que no la detenía ni el techo de tela con agujeritos que nos cubría) y el frío. Nosotras estábamos en la proa, pero en más de una ocasión las personas que iban en la parte del medio del barquito tuvieron que achicar agua porque empezaba a acumularse mucha dentro. En más de una ocasión bromeamos (aunque un poco en serio) con que tendríamos que acabar nadando hasta alguna de las orillas porque parecía que eso se iba a hundir en cualquier momento.

Eso sí, las vistas eran impresionantes cuando la lluvia se detenía un poco. Las nubes estaban bajas y atravesaban las montañas que rodeaban el río.


La odisea por el río duró casi 3h bajo la lluvia. Al llegar, estaba lloviendo más fuerte y había ya unos cuantos autobuses esperando. Ahí nos dimos cuenta de que teníamos que haber reservado plaza en el autobús con antelación. Por suerte, era tal el caos que nos metieron en un autobús sin hacer muchas preguntas.

Al ser mucho, algunos tuvieron que sentarse sobre taburetes, cajas o cestas de fruta en medio del pasillo del autobús para que todos cupieran. Además, los del bus eran gente muy buena que pararon al poco de salir junto a un café-bar para quien quería bajar a cambiarse la ropa mojada y secarse un poco. Uno de los chicos que iba en el autobús que no bajó, sacó una manta térmica como los que utilizan en las ambulancias y desde entonces llevo siempre una por si acaso en los viajes.

Nosotras simplemente nos cambiamos la camiseta y esperamos a llegar a la ciudad para coger la mochila y ponernos una muda seca.

Por el camino nos enteramos que la odisea que habíamos pasado con los botes no era lo normal. De normal, estos botes te llevan hasta el ferry, que te espera para llevarte el resto del camino y que tiene una parte bien techada para resguardarse. Sin embargo, esos días la compañía eléctrica que controla la presa del río había hecho descender el nivel más de lo normal y los ferrys no podían navegar. Por eso habíamos tenido que hacer todo el viaje en bote, bajo la lluvia y con frío. (No sé qué compañía era, pero muchas gracias...)

Al llegar a Shköder fuimos directas a The Wanderer's Hostel a por nuestras mochilas. Preguntamos para pasar la noche allí, pero estaban completos, así que buscamos otro alojamiento cerca y nos fuimos al Hostel Central Shkoder. No estaba mal aunque no era tan guay como el primero. Lo que sí tenía era una ducha caliente, que era todo lo necesario en ese momento para entrar en calor.

Luego salimos a cenar por la zona y a comprobar los horarios de autobuses del día siguiente. Nos tocaba volver a madrugar y ese día nos había dejado incluso más cansadas que el día anterior.

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