![]() ![]() Día 1: El Soplao - Comillas - San Vicente de la Barquera (103,5 km) ✏️ Diarios de Viajes de España
Salimos desde el Aeropuerto de Santander en dirección a la Cueva del Soplao. El trayecto se completa en 1 hora aproximadamente. Desde que se deja la Autovía (A-8) a la altura del municipio de Caviedes, los 20 minutos restantes de trayecto tienen...Diario: Cantabria: 4 días, 10 pueblos⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Etapas: 4 Localización:![]() Salimos desde el Aeropuerto de Santander en dirección a la Cueva del Soplao. El trayecto se completa en 1 hora aproximadamente. Desde que se deja la Autovía (A-8) a la altura del municipio de Caviedes, los 20 minutos restantes de trayecto tienen unas vistas magníficas. Llegamos al Soplao sobre las 9:45 h. teniendo las entradas previamente reservadas por internet. Existen dos opciones a la hora de adquirir las entradas, aunque ambas implican visitar obligatoriamente la taquilla o la máquina de venta de entradas: la primera es la opción de reservar la entrada por internet con la hora fijada y al llegar al Soplao pagarla en taquilla o en la máquina habilitada a tal efecto y recogerla. La segunda, acudir sin entrada y comprarla en la taquilla o la máquina directamente. La única ventaja que comporta escoger la primera opción es que te aseguras la hora de visita y en caso de haber mucha gente, no tener que posponerla unas horas más tarde. El precio es de 12 € con un descuento de 2,50 € para niños, jubilados, discapacitados y estudiantes. Puede parecer un precio algo elevado pero vale la pena pagarlo. En nuestro caso, teníamos la entrada para la visita de las 11:00 h., pero llegamos con algo más de 1 hora de antelación, por lo que le pedimos a la taquillera acoplarnos al grupo de las 10:00 h. (primer turno según su página web) para anticipar nuestra visita. La respuesta de ésta fue que para ese día las visitas comenzaban a las 11:00 h. Era miércoles entre semana y no había mucha gente, por lo que suponemos que si no se reserva ninguna entrada para las primeras horas de visita, ésta se cancela automáticamente. Tomamos un café en la cafetería y dimos un paseo por los alrededores para hacer tiempo hasta las 10:50 h. cuando acudimos al punto de encuentro, la estación de salida del trenecito que te introduce en la cueva. Seríamos un grupo de unas 15-20 personas. Lo primero que nos dijo la guía es que el trenecito en cuestión estaba averiado, lo que nos obligaba a realizar el trayecto de 300 metros andando, algo que a la postre resultaría beneficioso porque tendríamos ocasión de contemplar con tranquilidad la entrada de la galería por la que los mineros descubrieron el soplo de aire que propició el descubrimiento de la cueva y que le da nombre. La visita tiene una duración aproximada de 50 minutos. Transcurre a través de un circuito de 1 kilómetro y se recorren 5 de sus galerías en la que se contemplan las numerosas estalagmitas y estalactitas con todas sus formas, se explica cómo fue el descubrimiento de la cueva, su relación con la minería, su posterior evolución, etc. Muy recomendable de visitar. Pese a que en el interior están prohibidas las fotografías, nos llevamos un recuerdo en la memoria difícil de olvidar. Existe la opción de visita "aventura", la cual tiene un precio de 32 € y permite explorar 2 km de cueva virgen equipados con casco de minero, buzo, mono y botas, facilitado todo por ellos. En principio teníamos pensado escoger la opción aventura pero no se oferta entre semana, aunque tal vez luego nos hubiésemos arrepentido de pagar 32 € porque la guía no nos pintó esa modalidad de manera muy apetecible, según ella "únicamente se visita la cueva tal y como la descubrieron los mineros, sin más iluminación que las linternas y sin pasarelas ni caminos", demasiada diferencia de precio entonces entre una y otra opción. Salimos encantados con la visita, comenzábamos así el viaje con muy buen pie. Sobre las 12:00 h. salimos en dirección a Comillas donde teníamos intención de comer y visitar el pueblo en ese orden. Sin embargo, al entrar en Comillas topamos de pleno con el Capricho de Gaudí y como íbamos bien de tiempo (eran las 12:45 h.) decidimos visitarlo antes de comer. Al acercarnos a la taquilla a preguntar el precio, el taquillero nos informó de que asciende a 5 € lo que nos pareció un poco caro por la pequeñez (que no importancia) del lugar pero aun así decidimos acceder. Casualmente a las 13:00 h. empezaba una visita guiada a la que nos unimos. Dicha visita dura 1 hora y en ella se explica hasta el último detalle de la casa. Definitivamente, este Gaudí era un genio! Cabe destacar que la casa está vacía de mobiliario casi por completo y de no entrar con visita guiada nos hubiese parecido un error haber entrado. Por ello, recomendamos entrar siempre con visita guiada, sino estarán visitando una casa con un jardín muy bello pero con un interior decepcionante. El guía lo cambia todo por completo explicando hasta el porqué de las ventanas, techos y baldosas. Al final de la visita comprendemos la razón por la que el precio es tan elevado: resulta que la casa pertenece a una empresa japonesa que la ha comprado y rehabilitado después de que ni el ayuntamiento de Comillas ni el gobierno de Cantabria hayan querido hacerse cargo de ella. Es comprensible pues que los japoneses pretendan sacar un rédito a su inversión. Salimos encantados con la visita en dirección al centro del pueblo, concretamente la plaza del Corro, aparcamos y paseamos de camino a dicha plaza donde se encuentran la mayoría de bares. Llevábamos una pequeña lista de sitios recomendados pero al ser miércoles entre semana todos ellos se encontraban cerrados. En la plaza había solo un par de bares abiertos y como cabras nos dirigimos al que más gente tenía en la terraza. Craso error. Sin entrar en más detalles diré que al salir del Restaurante la Churrería nos sentimos estafados como el 95% de las personas que deciden desayunar, comer o cenar allí. Tripadvisor es la prueba de ello. Fuimos a continuación al palacio del Marqués de Comillas, situado tras la casa del Capricho de Gaudí, aunque se accede por un lugar diferente. En la entrada nos indicaron que las visitas guiadas no empezaban hasta una hora más tarde, las 17:00 h. Existe la posibilidad de realizar el recorrido por tu cuenta, no obstante, decidimos no entrar porque, según se explica en la entrada, únicamente puede visitarse la entrada del palacio, ver las escalinatas y algunas salas de la planta baja. El precio es de 3 € pero digo yo que es una lástima tener un palacio tan majestuoso y solo abrir una parte de la planta baja al público. Anexo al palacio se encuentra el panteón en el que está enterrado el marqués y al que también cuesta entrar 3 € más. Por lo anterior y porque todavía nos quedaba mucho por hacer decidimos no entrar sino dirigirnos a la Universidad Pontificia. La Universidad Pontificia, situada en la parte alta de la montaña, solo puede verse desde abajo, ni si quiera puede accederse con el coche, pues hay unas barreras que lo impiden. Decidimos poner dirección a San Vicente de la Barquera pasando por el cementerio de Comillas presidido por la estatua del Ángel Exterminador. Por cierto, la carretera de acceso al cementerio está en obras y aunque no era nuestra intención visitarlo, no puede hacerse por ese motivo. En resumen, Comillas nos pareció un pueblo bonito e interesante pero bastante descuidado. Salimos de Comillas en dirección a San Vicente de la Barquera pasando sin detenernos por el Parque Natural de Oyambre que ofrece unas preciosas vistas. En poco menos de 20 minutos llegamos a nuestro destino, la posada El Labrador, en la parte del faro. Parecía que las nubes estaban esperando a que entráramos en la posada, pues a los 5 minutos de habernos instalado comenzó a caer un diluvio. Esperamos a que la lluvia desapareciera, sin embargo, al parecer las nubes no tenían intención de darnos un respiro pero nosotros tampoco estábamos por la labor de que esta inclemencia meteorológica nos impidiera visitar San Vicente de la Barquera en el único día que íbamos a estar allí. Así que contra viento y marea nos dirigimos al casco antiguo, en lo que es un regreso a la época medieval, y por la hora que era nos vimos obligados a escoger entre visitar uno de los dos principales atractivos turísticos de la ciudad, la Iglesia de Santa María de los Ángeles o el Castillo del Rey. Nos inclinamos por el segundo por nuestro espíritu medieval. La entrada cuesta 1,40 €, un precio más que razonable. El Castillo en sí (o al menos la parte que se visita) consta únicamente de dos salas en las que se encuentran expuestos algunos objetos de pesca (históricamente el motor económico de la ciudad), maquetas, dos cañones y algunas breves menciones a la historia de la ciudad. Nada que se pase de interesante. Sin embargo, las vistas desde la parta alta del castillo merecen la pena. Al estar en la zona más elevada del casco antiguo, la parte alta del castillo permite ver toda la ciudad, las rías e incluso el mar. Pensamos que fue una buena decisión ver el castillo, más por las vistas que por otra cosa, aunque también he de decir que si el precio en lugar de ser de 1,40 € hubiese sido de 5 €, probablemente no estaría opinando del mismo modo. Como la lluvia seguía en sus trece, decidimos dar el paseo que teníamos previsto por el puerto de San Vicente en coche para luego dirigirnos a un bar situado en una callejuela cerca del casco antiguo donde tomar algunas raciones, entre las que no faltaron las anchoas del Cantábrico y los chopitos, un par de copitas de vino y dar por concluido el que fue un día de lo más completo. Tocaba descansar para el día siguiente. Índice del Diario: Cantabria: 4 días, 10 pueblos
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