Me he levantado con los mensajes de mi familia diciéndome que mi perra ha pasado bien la noche y que durante la mañana la han visto mejor. ¡Menos mal! Lo bueno de la diferencia horaria es que por la tarde no hay ni un alma por las redes sociales hasta que me acuesto. Al despertarme en España, ya ha pasado la mitad del día y parece como si allí el tiempo fuera más rápido.
Hoy tengo que llegar al parque nacional Cerro Azul. Al final ha resultado ser una gincana de autobuses. Si en Guatemala eran suicidas, aquí van lentísimos. El problema principal ha sido de Copán a San Pedro Sula. La carretera estaba en obras y cada dos por tres parados. Encima el autobús parecía el "Qué apostamos!". Íbamos como sardinas. Incomodísimo. Y gracias a Dios iba sentado porque muchos iban de pie. Ha llegado a haber tanta gente que no podían cerrar la puerta y el revisor iba enganchado a la puerta abierta con las manos para que no se cayera nadie. Lo de los autobuses en Centroamérica es de traca. Ecuador era Noruega comparado con esto.
En San Pedro Sula he hecho el cambio hacia el lago Yojoa. San Pedro Sula tiene tan mala fama que me daba respeto, pero la terminal de buses está en las afueras, vallada y con vigilancia armada, así que no se llega a cruzar la ciudad para nada.
He llegado al parque a las 13:30. El parque es una extensión grande de bosque nuboso, famoso por sus colibríes, aves y, supuestamente, felinos. Los felinos, ya adelanto, se tiene constancia de ellos por cámaras trampa, esperanza de ver uno nula. Al llegar, me han explicado el parque y por 8 euros puedo acampar en una zona específica para ello. Antes de acampar, me he ido al restaurante a comer algo. Lo tienen con bebederos de colibríes y, mientras comes, ves cómo van y vienen al bebedero. Muy bonito.
Una vez puesta la tienda de campaña me he ido a recorrer los dos senderos cortos que hay. Uno a una cascada y otro a torres de observación de aves. El parque me ha encantado. Está cuidado, se observan bastantes pájaros, mariposas y guatusas cruzando el camping. Los dos senderos son cómodos y voy prácticamente solo, salvo por una chica que ha ido a hacerse las fotos de la boda a la cascada.
Casi de noche me he ido a duchar. Al salir de la ducha, he salido al camping y me he quedado loquísimo. El camping está en un campo de luciérnagas. Es alucinante, hay cientos de ellas destellando por todo el campo. Junto a la tienda, en los aseos, cerca de mí... Chulísimo. En Filipinas, en Lobok, vimos muchas en el río, aquí es similar pero hay más por toda la extensión del camping. Lástima no poder sacar una foto.
Después de la cena, he mareado un poco y me he ido por el sendero de la cascada a explorar. Se supone que se pueden ver ranitas de cristal, así que he ido con toda la esperanza del mundo para volverme después de una hora con dos grillos, arañitas y una mariposa descansando bajo una hoja perfectamente camuflada. Me he cruzado también con una especie de roedor que, buscando en internet, se llama "Paca", tal cual. Como una guatusa pero algo más grande y con manchas blancas. Ha salido disparado en cuanto me ha visto. No he visto ranitas, pero ha sido entretenido. La sensación de andar solo por el bosque, con la linterna, buscando bichillos me recuerda mucho a bucear. Se junta el toque de buscar junto con la sensación de mitad miedo mitad nervios de lo que te puede salir. A veces me vienen a la mente pelis de terror y uno se sugestiona un poco imaginándome un espíritu en medio de la senda, rollo poltergeist. Miedo del bueno.
De momento, Honduras bien bonito y por la noche me acuesto con fresquete.