The Old Ghost Road (marzo 2024) ✏️ Diarios de Viajes de Nueva Zelanda

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The Old Ghost Road es una ruta de 85km en la West Coast de la isla sur de Nueva Zelanda. Una antigua y olvidada ruta minera de finales del siglo XIX, resucitada gracias a los esfuerzos de un tipo llamado Marion Boatwright, que había comprado un terreno cerca de Seddonville y construido un hotelito, y que en 2007 se topó con un boceto de un camino que planeaba unir Lyell y Mokihinui, allá por 1886. Boatwright reunió a un grupo de visionarios y voluntarios para comprobar si dicha ruta se había llegado a construir; un trocito de historia olvidada en una de las zonas más remotas del país. Estamos hablando de un camino atravesando la inmensidad de valles, montañas y bosques de la West Coast, en el extremo sur de Kahurangi NP, y nadie sabía realmente si estaba ahí o no.


Durante la fiebre del oro de la West Coast a principios de la década de 1860, se fundó la ciudad de Lyell en el río Buller. En ese momento se construyó un camino hacia Lyell Saddle para dar acceso a varias minas y asentamientos. También había un camino que comenzaba al sur de Seddonville y seguía el río Mōkihinui. En 1886 se llevó a cabo un estudio para conectar estas dos rutas, pero con el tiempo, se perdió el conocimiento de qué parte de la ruta se había construido y los deslizamientos de tierra provocados por varios terremotos hicieron inaccesibles aquellas partes que se habían construido. Después de varias expediciones partiendo desde Lyell, en el extremo sur de la ruta, descubrieron que el camino se había construido solo hasta Lyell Saddle, y que no se había llegado a construir nada a lo largo del río Mokihinui. Y la parte que estaba construida estaba intransitable después de tanto tiempo. Sin venirse abajo, decidieron terminar lo que los mineros del siglo XIX no habían podido hacer: unir Lyell Saddle con Mokihinui Forks, desde donde ya había un camino hasta Seddonville. Tardaron varios años (no se inauguró oficialmente hasta diciembre de 2015), y no fue fácil, pero lo consiguieron. Tuvieron la revolucionaria idea de que fuera un track compartido para senderistas y ciclistas, algo completamente nuevo en ese momento, y consiguieron financiación del proyecto NZ Cycle Trail, una iniciativa del gobierno para construir una red de rutas de bici similar a los Great Walks. Pero además de eso consiguieron sponsors, montones de voluntarios nacionales e internacionales (gente que iba a NZ a pasar el verano picando roca o construyendo cabañas), e incluso una campaña de crowdfunding que recaudó más de $100,000 cuando en 2015 les faltaban un puñado de km por construir y se habían quedado sin dinero. Un verdadero esfuerzo titánico para construir una ruta que en pocos años se ha convertido en una de las más famosas del mundo para ciclistas, y al nivel de los Great Walks (incluso mejor, en muchos sentidos) para senderistas.


Al no ser una ruta gestionada por el DOC, las reservas se hacen directamente en la web de la OGR. El precio para senderistas es el mismo independientemente del número de días que tardes en hacerla: $160 en primavera, verano y otoño, y $100 en invierno (la altitud máxima es de poco más de 1300 m, así que es una ruta que se puede hacer todo el año). Lo más habitual es hacerla en 5 días, durmiendo en las 4 cabañas que hay a lo largo del recorrido (hay dos cabañas más del DOC, pero son más básicas y se reservan aparte), con lo que sale a $40 la noche, la mitad que las cabañas del Kepler o Routeburn. Y estas cabañas están mejor equipadas, con platos, tazas, cubiertos y cazuelas para cocinar, algo que no hay en las cabañas de los Great Walks. Hay hasta duchas, aunque son muy rústicas, básicamente calentando agua en un perolo y conectándolo a una especie de alcachofa, y los baños son muy dignos. Los ciclistas suelen hacer la ruta en uno o dos días.



Yo llevaba tiempo queriendo hacerla, y la tenía reservada para las navidades pasadas, pero tuve que cancelar el viaje en el último momento y moví la reserva a marzo. Otra de las ventajas que tiene esta ruta respecto a los Great Walks es que, al igual que le pasa al Humpridge que también es privado, es mucho más fácil reservarla y no tienes que planearlo todo un año antes. No es una ruta circular y se puede hacer en los dos sentidos, pero lo más habitual es hacerla de sur (Lyell) a norte (Seddonville), tanto andando como en bici. Lo más difícil es quizás la logística del transporte. Hay varias opciones, desde buscar a alguien en Facebook que haga la ruta más o menos en las mismas fechas pero en sentido contrario y acordar un intercambio de llaves por el camino (sí, NZ funciona así), shuttles desde Westport hasta las cabeceras, o pagar para que una empresa recoja tu coche en el parking de uno de los extremos y te lo lleve al otro, de forma que tu coche te está esperando al terminar. Esto es lo que hice yo, porque aunque es una opción más cara que los shuttles, es sin duda mucho más cómoda y es lo que mejor me venía. La web de la OGR tiene una lista de empresas de transporte oficiales. Hay hasta opciones de helicóptero para ciclistas. Mi plan era dejar el coche en el parking de Lyell, donde hay una caja fuerte de combinación para dejar las llaves (la empresa te da el código unos días antes), hacer noche en las 4 cabañas de la ruta, y recogerlo 5 días más tarde en Seddonville. La previsión del tiempo era estupenda, y a las 10 de la mañana estaba ya preparada para empezar a andar, después de haber pasado la noche en Murchison.



Día 1: Lyell a Lyell Saddle hut. 17.5 km, 4.5h.

El primer día es todo de subida, pero lo bueno es que al ser un camino pensado para bicis es bastante cómodo y no tiene pendientes exageradas ni desniveles enormes. Está todo bien pisadito y es lo suficientemente ancho como para que las bicis puedan adelantarte sin problema. Casi todo el camino del primer día discurre por un bosque de hayas, aunque hay también alguna zona abierta desde donde hay unas vistas estupendas del Lyell Range, las montañas que bordean el camino al este.


Una de esas zonas abiertas es lo que aparece marcado en el mapa como “the big slips”, unos desprendimientos que habían bloqueado completamente el camino después de los terremotos de Murchison en 1929 (de 7.3) e Inangahua en 1968 (de 7.1). Estos terremotos tuvieron efectos devastadores en toda la zona, y a lo largo de los 5 días vería varios ejemplos de cómo cambiaron el paisaje.


Esta parte del camino era la única que había llegado a construirse allá por 1886, y parte del encanto de la OGR es la cantidad de detalles históricos que se han dejado esparcidos por el camino: desde una antigua cabaña (Eight Mile hut) hasta utensilios y herramientas, que sorprendentemente no desentonan sino que añaden encanto y te ayudan a imaginarte a los mineros que vivían allí hace más de 100 años.


Después de 4.5 horas (más una parada para comer) llegué a Lyell Saddle hut, una cabaña bastante cómoda y con unas vistas increíbles del valle del Mokihinui, por donde en principio tenía que haber transcurrido el resto del camino de acuerdo con los planos de 1886. Pero cuando Boatwright y compañía exploraron esta zona para ver cómo podían construir el camino, se dieron cuenta de que era imposible, y entendieron por qué los mineros habían abandonado el proyecto. Tuvieron que recurrir al ingenio para buscar un camino alternativo que acabaría desviándose de los planes originales: en lugar de seguir el curso del río por el valle, llevarían la ruta hacia arriba, más allá de la línea de árboles y siguiendo las cimas de las montañas. Un gran acierto, pues las vistas desde esta parte “alpina” los dos días siguientes son lo mejor de la OGR.



Otra de las peculiaridades de la OGR es que, aparte de las cabañas comunitarias, uno tiene la opción de reservar pequeñas cabañitas privadas para grupos de hasta 4 personas que busquen tranquilidad y privacidad. Hay una o dos en cada parada, y estas sí que hay que reservarlas con tiempo porque están muy demandadas, normalmente por parejas o familias con niños.


Esa primera noche conocí a los que serían mis compañeros de fatigas los próximos días, ya que casi todos haríamos la ruta en 4 noches. Lo bueno de ir sola es que te obliga a hablar con la gente y la verdad es que tuve mucha suerte y coincidí con un grupo de gente maravilloso, desde una familia con una niña de 10 años apasionada de la F1, una turista francesa que llevaba varios meses viajando y haciendo montones de rutas por NZ, una mujer bastante mayor que también iba sola (y que me daba 10 vueltas en cuando a forma física), un juez, una pareja de enfermeras… todos encantadores y que hicieron mi primera experiencia como senderista independiente mucho más entretenida. Una de los detalles que hicieron la experiencia mucho más interactiva es que en cada cabaña había un ejemplar del libro que Boatwright escribió contando la historia de la OGR, su origen y su construcción. Es una historia fascinante y puedes ir leyendo un poquito cada noche.


Día 2: Lyell Saddle hut a Ghost Lake hut. 12 km, 3.5h.

El segundo día era bastante relajado así que me lo tomé con calma y no empecé a andar hasta casi las 9 de la mañana. Había amanecido medio nublado, con nube baja que parecía niebla, y las vistas del día anterior habían desaparecido por completo. Los primeros 2 ó 3 km de recorrido me parecieron especialmente bonitos, atravesando un bosque precioso lleno de neinei (un árbol endémico de NZ también conocido como pineapple tree), musgo y helechos.


Todo este primer tramo del día es de subida, pero suave y en zigzag para ayudar a los ciclistas con lo que no se hace dura. Al cabo de unos 6.5 km dejas por fin atrás el bosque y llegas a línea de árboles. Unos 600 metros más y llegas a un pequeño refugio llamado Top Camp Shelter que en días de mal tiempo tiene que ser una bendición. En mi caso había levantado por fin la nube casi del todo y el sol empezaba a calentar, y aproveché para parar un rato y comer algo después de un par de horas de subida. Justo coincidí con un helicóptero que estaba descargando materiales para el mantenimiento del camino.



Desde aquí se tienen unas vistas estupendas del Lyell Range y las montañas por cuya cima transcurre el camino, que fue la verdadera inspiración de Boatwright cuando en un vuelo de reconocimiento en helicóptero se dio cuenta del potencial. Tanto ciclistas como senderistas coinciden en que el tramo desde este punto hasta la base de los Skyline Steps que vería al día siguiente son lo mejor de la OGR, ya que es todo a cielo abierto y con unas vistas inmejorables si el tiempo acompaña. Y pensar que el camino original estaba planeado por el valle… Sin duda la OGR no hubiera tenido el éxito que ha tenido sin este tramo “alpino”.


El camino avanza hacia Rocky Tor, el pico más alto de la ruta con 1456 m, y lo bordea justo en su base. El punto más alto del camino fueron 1337 según mi Garmin. Para los que quieren más, es posible subir hasta Rocky Tor, aunque hay que escalar un poco por las rocas como las cabras. En este tramo se aprecia muy bien el esfuerzo que hicieron para construir el camino, ya que toda esta zona es de granito y el avance era muy lento, casi picando a mano. Nada más pasar Rocky Tor aparece Heaven’s Door, un hueco en la roca que parece una ventana hacia Murchison y el valle del río Buller al otro lado del Lyell Range.




A partir de aquí el camino sigue avanzando por el ridge bordeando la montaña, y se adentra brevemente en el bosque antes de llegar a Ghost Lake hut, la que es sin duda la mejor cabaña de la ruta, no por la cabaña en sí sino por las vistas y dónde está situada, aunque eso lo aprecié mejor al día siguiente.


En total fueron solo 3.5 horas caminando así que llegué a tiempo para comer. Al llegar a la cabaña elegí cama y me preparé la comida, y como hacía sol y calorcito me senté a comer fuera. La cabaña tiene una zona exterior con mesas y vistas a Ghost Lake y las montañas, y es un sitio ideal para pasar la tarde. La verdad es que este día se puede combinar con el siguiente y acortar la ruta a 4 días y 3 noches, pero es una pena no pasar la noche en Ghost Lake hut.





Fue una tarde muy tranquila, de cháchara con otros senderistas y leyendo un poco más sobre la historia de la OGR. El atardecer fue bastante chulo, con nubes cubriendo el valle y los picos de las montañas asomando sobre la nube.



Día 3: Ghost Lake hut a Stern Valley hut. 13 km, 3h 45m.

El tercer día es también relativamente corto y se podría juntar con el segundo, aunque el resultado sería un día bastante largo. Amaneció con bastante nube pero la previsión del día era de sol (en Ghost Lake hut hay cobertura así que pude comprobarlo varias veces!), y como sabía que era un día corto decidí esperar en la cabaña hasta que levantara la nube. No tenía prisa y prefería hacer el camino con buenas vistas.



Me lo tomé con mucha calma, tanto que acabé quedándome a comer en la cabaña… A eso de las 12:15 me puse por fin en marcha. Los primeros 5 km transcurren a lo largo del “ridge” y son de lo mejorcito de toda la ruta. El camino empieza con un descenso muy pronunciado desde Ghost Lake hut, con ángulos imposibles para las bicis, y cuando llegas abajo y ves dónde está situada la cabaña te das cuenta del mérito que tuvieron al construirla, en el mismo borde de un bloque de granito donde mejor que no te pille un terremoto.



Cuando llegué abajo del todo el sol ya brillaba con ganas y la subida (sí, había que subir lo que acababa de bajar) se hizo pesada con tanto calor. Desde arriba se tienen unas vistas estupendas de Stern Valley, el valle hacia el que me dirigía y que recorrería al día siguiente.




La última parte de este tramo antes de los escalones es particularmente bonita, con el cartel del “Skyline Ridge” y las vistas del valle de fondo. El camino transcurre literalmente por el borde de la montaña, en algunas partes es estrecho y con caídas verticales a ambos lados. Yo no sé si me atrevería a hacerlo en bici… pero los que sí se atreven coinciden en que es la mejor parte de toda la ruta, y también la más difícil. Era un buen sitio para parar a descansar y picar algo.


Y finalmente llegas a los temidos escalones. Temidos más por los ciclistas que por los senderistas, pero famosos en cualquier caso. El caso es que cuando estaban planeando la ruta no veían forma de salvar los 60 metros de desnivel prácticamente vertical que hay en este punto. Era imposible, pero no había plan B, no podían llevar la ruta por otro sitio así que tomaron una decisión drástica: colocar 200 escalones de madera. Pero en otro momento más de ingenio decidieron que los escalones serían una parte crucial del marketing de la ruta, y los vendieron no como un obstáculo o un punto negativo sino como un desafío para los ciclistas, que tienen que bajar (o subir) con la bici a cuestas. Y funcionó. A pesar de eso, siguieron buscando soluciones para circunvalar los escalones, y cuando pasé yo por allí estaban trabajando en una ruta alternativa.


Desde la base de los escalones hay poco más de 7 km hasta la siguiente cabaña, y son de bajada pero se pueden hacer un poco pesados y monótonos, quizás porque sabes que has dejado atrás la mejor parte.


Tardé casi 4 horas en llegar a la cabaña, y para entonces estaban ya todos preparando la cena. Stern Valley hut está situada en un pequeño claro en el bosque, junto al río, y es posiblemente la menos memorable de las 4 cabañas porque no tiene vistas como las demás, pero los valientes se pueden dar un chapuzón en el río y si tienes suerte puedes ver whio, los patos grises endémicos de NZ. Otra tarde tranquila de charla, lectura, cena y a dormir, que el día siguiente era el más largo de los 5.



Día 4: Stern Valley hut a Specimen Point hut. 25 km, 6h

La previsión del tiempo para este día era de lluvia, el único de los 5, pero los modelos no se ponían de acuerdo y sólo algunos predecían lluvia, algo que suele pasar en NZ porque el tiempo es súper variable, así que cabía la posibilidad de que no lloviera. Amaneció gris y plomizo pero seco, y todos cruzábamos los dedos para que aguantara así porque teníamos más de 25 km por delante hasta la siguiente cabaña.


Como era un día largo me puse en marcha antes que los días anteriores, y a las 8 estaba ya andando. El recorrido empieza con lo que sería la última subida del camino, un ascenso de 300 m a lo largo de 6 km y pico. Los primeros km van avanzando por Earnest Valley hasta llegar a una zona abierta con un par de lagos (Lake Cheerful y Lake Grim), consecuencia de los terremotos del siglo pasado, que cambiaron radicalmente el paisaje en este punto, donde hay no una ni dos sino hasta 8 fallas activas. Nada más pasar los lagos el camino zigzaguea para ascender el Boneyard, los restos del desprendimiento causado por los terremotos.





El ascenso termina en Solemn Saddle y poco después está indicado el punto donde el 28 de octubre de 2015 terminó oficialmente la construcción de la OGR. Dos equipos distintos, cada uno trabajando a cada lado de este punto, finalmente se encontraron y unieron ambos lados, completando los 85 km de camino. El momento se celebró con champán y las botellas están inmortalizadas en un bloque de cemento con una placa explicando la importancia de este punto. La verdad es que tuvo que ser bastante épico, una excavadora por cada lado, llegando a exactamente el mismo punto!


El camino desciende por el otro lado de Solemn Saddle y recorre el valle de Goat Creek hasta llegar al desvío a Goat Creek hut, una de las cabañas del DOC. Yo aproveché para comer aquí, junto al río, rodeada de curiosos wekas. Para llegar a la cabaña hay que cruzar el río (es más bien un pequeño arroyo) pero me dio pereza mojarme las botas (o quitármelas) y no me asomé a la cabaña, pero por lo que me comentaron era básica pero apañada.


Nada más pasar Goat Creek hut se atraviesa el ramal sur del río Mokihinui por un puente que tiene una curiosa puerta en el medio, un sistema anti-depredadores que no había visto hasta ese momento (aunque sé que existe en otros puentes). El camino entre este punto y Mokihinui Forks hut, la segunda cabaña básica del DOC y el punto donde se unen los ramales sur y norte del Mokihinui, discurre a través de bosque y es todo llano, y al ir siguiendo el curso del río es una zona muy húmeda y llena de setas.


Después de casi 22 km llegué a Mokihinui Forks hut, donde aproveché para descansar un rato. Aquí coincidí con el juez y su mujer, que se habían quedado sin agua. Esta cabaña, como casi todas, tenía un depósito de agua de lluvia pero el consejo es siempre esterilizar el agua antes de beberla, ya que uno nunca sabe qué puede haber en el depósito o en el tejado de la cabaña donde se recoge el agua (desde cagadas de pájaro hasta possums o ratones muertos). El caso es que estaban un poco desesperados porque además hacía bastante calor, y cuando me vieron aparecer se les iluminó la cara, porque sabían que yo llevaba mi Steripen, un invento genial para esterilizar agua con luz ultravioleta que nunca falta en mi kit. Ni qué decir tiene que quedaron totalmente convencidos de la utilidad del cacharrito y ya estaban pensando en comprarse uno.


Me quedaban sólo 3 km hasta Speciment Point hut, donde pasaría la última noche, y estaba ya deseando llegar. Esos últimos km son siempre los que se hacen más pesados… 45 minutos más tarde llegué por fin a Speciment Point hut, una cabaña muy bien situada sobre el río Mokihinui y con muy buenas vistas. A estas alturas ya había salido el sol y pude disfrutar de un ratito muy agradable en la terraza antes de cenar. Al poco rato de llegar yo apareció un helicóptero de la nada, y la piloto (una chica muy joven), entró a la cabaña a decirnos que traía provisiones para un grupo que llegaba al día siguiente, y que si nos importaba si las metía debajo de las camas. Siempre que sea cerveza, le dije, puedes dejar toda la que quieras. Y resultó que sí era cerveza! Los que hacen la ruta en bici tienen la opción de pagar para que un helicóptero les deje comida (y bebida, claramente) en las cabañas, y así ellos no tienen que cargar con nada. Todo un lujo. Después de mucho debate, decidimos comportarnos y no bebernos la cerveza, pero espero que los ciclistas al día siguiente por lo menos la compartieran con el resto de ocupantes de la cabaña, porque no hay nada peor que querer irse a dormir pronto (y creedme que en estas cabañas uno se va a la cama en cuanto se hace de noche, porque no hay luz) y que haya un grupo de juerga que no te deja dormir.



Día 5: Specimen Point hut a Seddonville. 17 km, 4h.

Último día! No quería llegar muy tarde a Seddonville así que a las 8:20 ya estaba en marcha. Esta última parte del trayecto discurre siguiendo el río hacia la costa, pero la mayor parte del camino está bastante por encima del río, y en algunos casos atraviesa zonas de desprendimientos casi verticales (“Suicide Slips”). Las vistas del río, decenas de metros más abajo y con el agua de un color precioso, te dejan sin aliento en algunos puntos. En esta parte vuelve a haber restos históricos esparcidos aquí y allá, e incluso se pueden ver los restos de un puente de hierro que en su día fue parte de la primera ruta por tierra a Karamea, en plena fiebre del oro. El pilar central del puente se derrumbó durante el terremoto de 1929, y el puente acabó colapsando por su propio peso. Los efectos del terremoto en la zona fueron tan devastadores que se decidió no reconstruir el puente y simplemente abandonar la ruta, y hoy en día se pueden ver los restos en el agua.




El camino avanza subiendo y bajando, acercándote al río en algunos puntos para luego alejarte de nuevo. Al cabo de casi 4 horas, más un ratito que paré a comer algo y descansar, llegué por fin al cartel que indicaba que quedaba sólo 1 km hasta el Rough & Tumble Lodge, punto final oficial del camino y el hotelito de Marion Boatwright donde empezó todo. Y ese último km, serpenteante a través de un bosque bastante cerrado, se me hizo eterno, posiblemente el más pesado de los últimos 5 días! Cuando por fin llegué al parking, allí estaba el coche esperando, y me acerqué al lodge a recoger las llaves. Como era pronto no había comido todavía, y les pregunté si les importaba si me sentaba allí a comer mi comida (biltong y queso que tenía ya preparados y tenía que gastarlos). Fueron muy majos y me dijeron que sin problema, y además, para redondearlo, tenían coca cola light, que es mi perdición y lo que más me apetece cuando termino una ruta, pero que cada día es más difícil de encontrar. Me senté al sol a comer y a disfrutar de una buena coca cola con hielo, y a conectarme de nuevo con el mundo (desde Ghost Lake hut ya no hay cobertura hasta el final). Había tenido mucha suerte con el tiempo: ni una gota de lluvia en 5 días en la West Coast es el equivalente de que te toque la lotería en el mundo trampista neozelandés. Pero la suerte se acababa, porque se acercaba un frente que traía muchísima agua y que hizo que tuviera que cancelar mis planes para Nelson Lakes de la siguiente semana, y que cambiara el ferry y volviera a casa una semana antes de lo previsto. Y casualidades de la vida, dos días después di positivo de covid por primera vez, y me alegré mucho de que no me hubiera pillado perdida en medio de Nelson Lakes, porque lo hubiera pasado bastante mal.


Termino con mis conclusiones generales sobre la OGR. Es una ruta tirando a larga, pero bastante asequible: al estar pensada para bicis, el camino está bien pisado, y los ascensos son bastante sencillos y con zigzags. El hecho de compartir camino con las bicis, que al principio me preocupaba un poco, no tiene mayor problema ya que la inmensa mayoría de los ciclistas son muy considerados. Solo hubo un idiota que debía pensar que se jugaba algo porque iba bastante rápido y me dio un susto de muerte. Se puede hacer en 3 noches pero yo creo que merece la pena dedicarle 4 noches por el mismo precio y disfrutar de todas las cabañas. Los ciclistas la suelen hacer en 1 ó 2 noches, y la verdad es que merecen mi admiración porque yo sería incapaz. Y además, no podría hacer los cientos de fotos que hago normalmente, y me da la sensación de que al ir en bici concentrado en el camino y en no piñarte te vas perdiendo las vistas y el paisaje, así que definitivamente lo de la bici no es para mí. No es un Great Walk pero podría serlo, y en algunos aspectos es incluso mejor. Una muy buena opción para quienes buscan una alternativa menos masificada, con una historia increíble detrás y una ruta que no tiene nada que envidiar a otras más conocidas.

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