Como ayer llegué de noche, no pude ver nada de la finca del alojamiento. Me he despertado a las 7 porque el perrito que tienen me ha tocado a la puerta mientras lloriqueaba. Luego, el dueño me ha explicado que el perro ama a los turistas. Dice que si es un nicaragüense le ladra, pero que si es "chelito" (Blanco) los persigue. Pasa como en Guatemala: el turista le da cariño y comida, y el perro no es tonto.
La finca donde está el alojamiento es enorme. Tienen ganado, abejas, huerto, montaña... Entorno muy bonito. Hemos desayunado a las 8 y para las 9 estábamos empezando a hacer la ruta por el Cañón de Somoto. Hemos ido los dos ingleses (mis nuevos amigos), el guía y yo.
La ruta son unos 12 kilómetros y hemos estado 5 horas largas. Merece la pena. Se va alternando nadar por el cañón con ir nadando. El agua está bastante fría, como a 18 grados. Tampoco es que haga mucho calor fuera, por lo que te pelas de frío. Hasta el punto de que, como corre viento, se está mejor en el agua que fuera...
Durante la ruta se ven dos especies de murciélagos, varios panales de abejas, arañas de las que hacen una burbuja de aire y están en el agua, martines pescadores, golondrinas... Me ha gustado mucho. En algunas partes puedes saltar. Yo solo me he atrevido con un salto de 4 metros, pero es que había un salto de 18 metros que ni de coña. Los ingleses tampoco estaban por la labor, y el único inconsciente al final es el guía, así que por mi parte, pasando. Me queda mucho viaje y tengo que reducir la probabilidad de lisiarme.
A media ruta el cañón se hace más alto y estrecho y es la parte más bonita. Hemos ido prácticamente solos, salvo el último kilómetro que media Honduras estaba en el río. Esto está al lado de Honduras y se vienen aquí de fin de semana a dominguear.
Hemos vuelto al alojamiento pasadas las 14. Hemos comido y vida contemplativa. A media tarde el dueño de la finca me ha dicho que acompañe al chaval de las abejas. Me ha estado enseñando todas las colmenas y explicándome cómo se hace todo el proceso. Lo hacen todo ellos dentro de la finca. Lo más curioso es cuando recogen la miel. Lo hacen de noche porque dicen que es cuando más calmadas están. Aun yendo con traje, dice que siempre hay alguna que se cuela y te pica. Me ha contado de una vez que intentaron recolectar la miel a media mañana. Un burro se acercó a la colmena con la mala suerte de que le picó una abeja, coceó la colmena y la situación se descontroló. Todas las colmenas se volvieron loquísimas, más de 50 colmenas. Tuvieron que soltar a las vacas porque les estaban picando, las vacas se fueron corriendo con miles de abejas en dirección al pueblo y, según pasaban las vacas por las viviendas, iban picando a todo el mundo. La familia que iba sin trajes se tuvo que encerrar en la cocina con los perros y, aun así, les picaron una barbaridad de abejas. Al final, las abejas terminaron matando al burro y dos terneros. Ellos, con traje puesto, se contaron hasta 40 picotazos. Me dice que mañana van a limpiar las colmenas y que me quede a verlo, que tienen trajes de sobra... justo después de contarme lo del burro no invita a ello pero puede ser un puntazo. He echado un rato bueno con el chaval. Pura pasión lo que tiene por las abejas, como el hombre que me encontré en Flores, en Guatemala. Me lo ha explicado todo de lujo. Mañana me llevo un bote para los desayunos.
Ya de noche, he cenado con mis amigos ingleses y ahí he aprovechado la ocasión. Han comentado que mañana van para León y que van con su coche de alquiler (yo ya lo sabía porque me lo había dicho el dueño), así que he visto la oportunidad y me he acoplado descaradamente. Al final mañana no van a limpiar las colmenas así que tampoco hay mucho mas que marear por aquí. He comido con ellos cuatro veces hablando en inglés a saco y me he hecho el tour con ellos. Además, le he sacado una foto guapa a uno de ellos, no me podían decir que no. Me ahorro una locura de autobús mañana. De tardar como 7 horas a llegar a León al mediodía, ¡y sin villancicos!
Los ingleses mis nuevos mejores amigos.