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Día 21:
Son las 8:00 de la mañana, y ya estoy desayunando, con todo mi equipaje preparado para el regreso.
Aquí, me despido del mulero y cocinero, Yaishim, un jovencito, 19 años, encantador y muy servicial, a él le quedan muchos kilómetros por delante para llegar a su casa situada en Ameskar.
Nosotros tenemos que trasladarnos hasta Kelaat M´gouna, y quien nos hace de taxi es el propietario del hotel quien nos traslada hasta a la “capital de las rosas” en su vehículo.
El Valle de las Rosas está situado en dos zonas geográficas diferentes; una que empieza a unos 10 kilómetros de Kelaat M’Gouna y se extiende hasta las cercanías de Boumalne Dades, Gargantas del Dades.
La otra zona de cultivo, y la más grande y vistosa para el turismo, comienza en Kelaat M´Gouna y se extiende a lo largo de la carretera secundaria que sube hacia el norte, hasta el pueblo de Bou Tharar, lugar del final de mi treck, más o menos son 30 kilómetros ininterrumpidos de cultivo de rosas a lo largo del uadi (el curso seco o estacional del río), M´goum.
Cada año de abril a mayo se recogen entre 3.000 y 4.000 toneladas de flores en el Valle de las Rosas.
Este valle de un llamativo verdor, en los pies de un cañón de diferentes colores, ofrece un espectáculo de belleza indescriptible y forma parte de las zonas turísticas más importantes de Marruecos.
Una vez por semana en Kelaat M’Gouna se hace un gran mercado, de productores locales, con sus propuestas artesanales, y productos derivados de rosas.
Es en éste punto nuestro conductor nos deja, para desde aquí tomar otro taxi que nos lleva hasta Marrakech mismo.
Mucho han mejorada las carreteras desde aquella primera vez que nos acercamos a Ouarzazate, ahora en ocasiones hasta con tres vías para rebasar a otros vehículos, aunque aquí lo de no rebasar no se conoce, la conducción es de lo más temeraria.
Una vez concertado el taxi retomamos desde aquí el viaje en dirección Marrakech, pasando primero en Ouarzazate por delante de los Estudios Atlas, y luego por el famoso collado de Tizi Tichka a 2260m de altitud.
Dejo mis cosas, y un último esfuerzo más de caminata hasta la plaza Jemma el Fnac, y alrededores, compro algún encargo, algún regalo y hago un pequeño recorrido por el bullicio y finalmente, regreso al hotel, Akabar.
La cena es en el mismo hotel, pues reservé con media pensión, abundante, de tres platos y postre, sin incluir la bebida.
Veo el partido donde el Madrid gana al Manchester City, y me recojo a la habitación.
Día 22:
Por la mañana, con todo preparado después del desayuno, espero el traslado al aeropuerto de Marrakech para regresar a España.
A las 10:30 puntual está en la puerta el taxi para el traslado al aeropuerto.
Hoy vuelvo maravillado con otro viaje al pasado, pasando por ancestrales aldeas formadas por casas de piedra, barro y paja, cuyos habitantes, son de tribus Amazigh, y que ocupan esos fértiles valles, desde siempre, dedicándose a la agricultura en sus rústicos huertos con sus tradicionales canalizaciones en tierra, y de ésta manera distribuir generosamente “para todos”, el agua del riego.
Su único medio de transporte es la mula.
En este viaje logré coronar el segundo pico más alto de Marruecos, (Ighil M´goun 4.071 m), subí al granero de Sidi Moussa, conocí los restos del sorprendente granero fortificado, (Tighremt n´Ait Ahmed) construido también en barro y para uso comunitario, y en las zonas más altas de las montañas, me encontré con muchos nómadas con sus familias, que aún quedan cuidando de sus rebaños de cabras y ovejas y viviendo en humildes cabañas, con corrales de piedras, que aprovechan a levantarlos, en las deformaciones del relieve montañoso.
He visto pliegues de impresionantes fallas, mostrados en las imponentes paredes rocosas de cambiantes colores.
Ya en los últimos dos días, en las aguas del M´goum, disfruté nadando en sus heladas aguas, transitando en el frío lecho del río, con el agua hasta las rodillas, entre impresionantes y estrechas gargantas con paredes verticales de más de 100 m de altura, he cruzando por zonas de cultivo, adornadas con el colorido de las amapolas, y todo ello para finalizar en Bou Tharar, el colorido y perfumado “Valle de las Rosas”
.Por la mañana, con todo preparado después del desayuno, espero el traslado al aeropuerto de Marrakech para regresar a España.
A las 10:30 puntual está en la puerta el taxi para el traslado al aeropuerto.
Hoy vuelvo maravillado con otro viaje al pasado, pasando por ancestrales aldeas formadas por casas de piedra, barro y paja, cuyos habitantes, son de tribus Amazigh, y que ocupan esos fértiles valles, desde siempre, dedicándose a la agricultura en sus rústicos huertos con sus tradicionales canalizaciones en tierra, y de ésta manera distribuir generosamente “para todos”, el agua del riego.
Su único medio de transporte es la mula.
En este viaje logré coronar el segundo pico más alto de Marruecos, (Ighil M´goun 4.071 m), subí al granero de Sidi Moussa, conocí los restos del sorprendente granero fortificado, (Tighremt n´Ait Ahmed) construido también en barro y para uso comunitario, y en las zonas más altas de las montañas, me encontré con muchos nómadas con sus familias, que aún quedan cuidando de sus rebaños de cabras y ovejas y viviendo en humildes cabañas, con corrales de piedras, que aprovechan a levantarlos, en las deformaciones del relieve montañoso.
He visto pliegues de impresionantes fallas, mostrados en las imponentes paredes rocosas de cambiantes colores.
Ya en los últimos dos días, en las aguas del M´goum, disfruté nadando en sus heladas aguas, transitando en el frío lecho del río, con el agua hasta las rodillas, entre impresionantes y estrechas gargantas con paredes verticales de más de 100 m de altura, he cruzando por zonas de cultivo, adornadas con el colorido de las amapolas, y todo ello para finalizar en Bou Tharar, el colorido y perfumado “Valle de las Rosas”
Un último adiós a Marruecos, la idea está puesta en una ruta circular por el Jebel Shagro.....el tiempo dirá.
Hasta el próximo viaje.[/align][/align]
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