He pasado una noche regular, con algo de dolor de cabeza, aunque he podido descansar. A las 4:30 estábamos todos de pie para empezar a andar a las 5.
Nada más levantarme, me he bebido un litro de agua y, poco a poco, me he ido encontrando mejor. El comienzo de la caminata ha sido, como me gusta a mí, muy épico. Oscuridad total con los monos aulladores alrededor nuestro aullando con todas sus fuerzas. Por momentos, dan gritos que parecen personas. Yo en estos momentos me empiezo a imaginar qué tuvieron que sentir los primeros conquistadores españoles cuando llegaron y se encontraron estos gritos por todas partes. Da pie a creer en cualquier cosa que en el siglo XVI no sería descabellada.
Hemos ido andando sin ver poco más que una ranita y arañas varias. Según iba amaneciendo, hemos salido a la playa. La imagen es la típica que tenía en la mente cuando leía sobre Corcovado. Una playa enorme absolutamente salvaje, con troncos en la arena y la selva casi queriendo saltar a la arena. Un amanecer top.
Andando por la playa, nos hemos ido parando a ver martines, águilas, garzas y limícolas. Al rato, hemos visto al fondo un animal que estaba excavando la arena. Nos hemos acercado y era un coatí. El tío había hecho un agujero en la arena y, según se ha asomado, llevaba en la boca un huevo de tortuga. Tan tranquilo, lo ha cogido con sus manitas, lo ha mordido y se ha comido el huevo mientras le rebosaba por los lados y nos miraba tan feliz. Qué bueno le estaba. El coatí se relamía un rato, y hasta se chupaba las patas, y vuelta abajo a por otro. En 5 minutos, se ha comido sus 7 huevos. Finalmente, ha cogido uno y se ha metido dentro del manglar. Otro encuentro muy documental. No tan bestia como la serpiente, pero bien curioso.
Del coatí, hemos seguido por el río donde nos hemos encontrado unas huellas de felino. El guía dice que de tigrillo. Ahí hemos estado viendo más limícolas, entre las que había una espátula rosada e ibis blancos. Del río, hemos vuelto para el refugio a desayunar.
Me he pegado un desayuno al nivel del coatí cometortugas. Madre mía, qué bien, he desayunado y comido. La comida hay que decir que de diez. Tras el desayuno, hemos recogido las mochilas y, con ellas encima, hemos ido hasta la estación del ranger a dejarlas para no tener que volver luego a por ellas. Desde la estación, hemos estado recorriendo los senderos que la rodean. Son de bosque secundario y es donde más vida se ve sin duda. Hemos visto un tapir durmiendo a la sombra de un manglar. Cocodrilos y garzas, otro grupo de pecaríes, lo que llaman una gallina de montaña y hemos tenido otro encuentro con un oso hormiguero. Este ha sido algo gracioso. El guía ha empezado a decir que le olía a oso hormiguero, se ha metido por el bosque a buscar y a los 5 minutos nos ha silbado para que acudiéramos. Un oso hormiguero iba de árbol en árbol comiendo con ansia. En un momento, se ha parado como a descansar y he visto un buen ángulo. Me he puesto debajo de él y he empezado a tirarle fotos mientras me caían cosas. Yo seguía quieto para que no se me saliera del encuadre hasta que me ha empezado a picar el cuello. ¡Hormigas! El oso me estaba dejando caer hormigas sin querer. He salido del bosque corriendo mientras me sacudía la ropa. El guía se reía y me decía que esas solo muerden, que no pican. Me ha dado un momento de crisis, me sacaba hormigas hasta del pelo. 10 minutos después, y aún me he encontrado alguna mordiéndome en la barriga. Al menos, la foto ha quedado chula.
Hemos continuado viendo más gallinas, monos, un grupo de coatíes y hemos encontrado un perezoso. Estaba tan alto que solo era apreciable con el telescopio. Lo increíble es que el guía lo haya visto; yo no he llegado a verlo sin el telescopio, imposible. Ya satisfechos, hemos vuelto a la caseta del ranger para pillar el barco de vuelta a las 13:00.
Mira que me costó decidir venir o no a Corcovado. Lo veía carísimo. 40 euros el ferry ida y vuelta. 60 euros tres noches de alojamiento y 300 por los dos días en la Sirena... A toro pasado, tengo que decir que merece la pena. Es muy distinto a todo lo que he visto en Centroamérica. Durante el viaje, el único sitio donde he tenido esta sensación de salvaje y de explosión de vida fue en el Amazonas en Ecuador. El estado de conservación es brutal, se ve muchísima vida y vida de una excepcionalidad importante. Ver tapires u osos hormigueros no es sencillo. Además de momentos como la serpiente o el coatí come tortugas, al estar en un entorno tan conservado, imagino hace más probables estos encuentros. Viendo los precios generales de Costa Rica, incluso no me parece tan caro. El nivel de turistas en ningún momento me ha parecido excesivo. Al principio, en el desembarco un poco, pero luego hay tantos senderos que te cruzas muy eventualmente. Todos los encuentros bonitos los hemos hecho solos. Además de Corcovado, la ruta que me hice en Drake también merece la pena y es gratis. Así que sí, ha sido un acierto venir, y eso que venía con pocas esperanzas.
A las 13:00, hemos cogido la barca y, ya en Drake, me he despedido de Ulises y los catalanes. La pareja son buena gente y Ulises ha cumplido. Me hablaba de vez en cuando de Adán y Eva, pero el tío ha encontrado un oso hormiguero por el olor y, con los pájaros, era un crack.
La tarde en Drake la he pasado descansando mientras veía pájaros en el comedero. He aprovechado para llevar la ropa a lavar y he cenado unos macarrones gorrineros.
Poco más por hoy. Mañana paliza hasta San José.